Congreso lorna

Al llegar a Lima aprendí a reconocer a un pez denominado “Lorna”, el cual, por su sabor y bajo precio, era el más popular en las mesas de familias de escasos recursos, cuya denominación se aplicaba socialmente a las personas demasiado confiadas, crédulas, inocentonas o estúpidas.

En esta columna y, desde ya muchas semanas atrás, venimos reiterando que la guerra política de los rojos que ahora detentan el poder político al más alto nivel, sigue su curso sin pausas, pero utilizando tácticas distractivas que impiden a la oposición democrática ver la esencia de su estrategia que, dicho sea de paso, sigue la misma ruta que en Venezuela y Nicaragua, resultando interesante prestar atención a lo que viene ocurriendo en Bolivia, en donde una especie de ronderos comienzan a actuar contra las movilizaciones sociales, especialmente en Santa Cruz, con amenazas de violencia extrema.

Lo que no entienden en el Congreso, especialmente la mesa directiva y los grupos de oposición, es que a los marxistas leninistas mariateguistas que están en el poder, les interesa un rábano el principio de legalidad y licitud porque para ellos el sistema democrático debe ser destruido y sustituido por un sistema totalitario porque lo consideran injusto y abusivo, cuya destrucción debe lograrse utilizando cualquier clase de medios, incluidos hechos delictivos definidos así por un orden jurídico que sería totalmente reformado para legalizarlos al tener el poder absoluto.

Por tal razón, en una guerra política de esta naturaleza, no podemos comprender que el Congreso no haga un trabajo legislativo mucho más ágil para adelantarse a las movidas de ajedrez de los rojos con la generación de normas que impidan la consolidación de la toma del poder por parte del Ejecutivo, en vez de pretender utilizar como escudo defensivo la normatividad existente respecto de la cual aquellos no tienen ningún respeto.

Poco a poco el Gobierno ha ido imponiendo la agenda de los hechos consumados sin interesarle demasiado las investigaciones de la Fiscalía porque están seguros de paralizar toda esa actividad en el Congreso, en donde, casi es indiscutible, continúan controlando los votos de muchos congresistas, comprados o no a precio vil, contra los cuales el Congreso no tomó medidas radicales desde que aparecieron los indicadores de tamaña vendimia.

Esa dejadez le ha permitido al Gobierno el control absoluto de la Policía Nacional y la preparación de elementos paramilitares con la intervención de agentes expertos en agitación y choque antimanifestantes, debilitando permanentemente a nuestras FFAA.

La marcha de protesta del sábado fue masiva, pero ya la policía comenzó a reprimir con más fuerza y brutalidad y, cuando los infiltrados violentistas hagan su tarea, las agresiones tendrán una magnitud impensable contra las que la oposición no tiene plan alternativo.

En tal escenario ahora van por la cuestión de confianza para eliminar al Congreso. Estamos de acuerdo que el pedido no tiene sustento jurídico, pero recuerden a Vizcarra.

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