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¿Confianza?

Fecha Publicación: 05/05/2019 - 22:00
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La confianza es un término que usamos a menudo y que muy pocas veces nos hemos detenido a analizar; filósofos y científicos han tratado de definirla: voto de fe, esperanza en una persona o en objeto, dirían los primeros; funciones cerebrales y procesos neuroquímicos –oxitocina– favorecen la tendencia de un individuo a confiar en otro. Amén de ello, si hablamos de la confianza caeremos en cuenta que esta ha disminuido; sin embargo, se exige o reclama más de ella, lo que nos lleva a sostener que debemos reconstruirla.

¿Por qué ha disminuido la confianza? La respuesta no es fácil. La confianza ha disminuido en algunas actividades o en algunas instituciones, pero se ha incrementado en otras; basta con ver las encuestas de opinión que son el principal indicador de la disminución de los niveles de confianza, pero esto se repite a lo largo del tiempo; hace décadas se desconfiaba de los partidos políticos y del Congreso, esto no ha cambiado; lo mismo sucede en quienes confiábamos y seguimos confiando, por ejemplo: Reniec y Fuerzas Armadas. Nuestra confianza está –y debería siempre estarlo– diferenciada, es una muestra de nuestra racionalidad, jamás nuestro nivel de confianza en una persona o institución será uniforme; por ejemplo: puedo confiar en un ingeniero para la construcción de un edificio, pero no confiaría en él para una intervención quirúrgica. No debemos desdeñar nuestra inteligencia al momento de pensar en la confianza de forma abstracta; en definitiva, las encuestas son muy malas referencias para nuestro verdadero nivel de confianza, intentan anular nuestro buen juicio y natural criterio.

¿Debemos tener más confianza? A todos nos gustaría tener más confianza en lo confiable, pero no en lo poco confiable; la confianza a ciegas no es propio de una persona consciente, lo que debemos procurar es depositar nuestra confianza de manera inteligente y retirarla de la misma manera, lo que nos debe importar es la confiabilidad. La confiabilidad es algo que tenemos que evaluar, y esta tarea no es sencilla; en los últimos tiempos se viene tratando de construir sistemas de responsabilidad para las instituciones, profesionales y funcionarios, para de esta manera poder confiar en ellos; sin embargo, estos sistemas tienen el efecto contrario, no funcionan como se espera, hemos añadido tareas burocráticas que distraen el objetivo o la tarea principal; por ejemplo: cuando se aplica una vacuna a un niño, más se tarda en llenar los formatos que el acto mismo de la inyección.

¿Cómo reconstruir la confianza? El llamado a reconstruir la confianza también puede llevarnos a tener el efecto contrario; todos y cada uno de nosotros debemos reconstruir la confianza, individualmente primero y colectivamente después. La confianza es particular porque está dada por otras personas, es complicado reconstruir algo que el otro te da; lo que podemos hacer es ofrecer la base para que la otra persona te otorgue su confianza, es decir: ser digno de confianza; no podemos engañar a todas las personas todo el tiempo, la confianza es algo que se construye, todos los días y en todo lugar. El propósito son las relaciones en las que las personas son confiables y pueden apreciar cuándo y cómo la otra persona es confiable.

En conclusión: no debemos pensar mucho en la confianza, menos aún en las conductas de confianza detectadas o mal detectadas por las encuestas de opinión; debemos preocuparnos más en ser dignos de confianza y ofrecer a nuestros semejantes la evidencia de que somos confiables, es decir, que inspiramos confianza.