Conducta policial
Estamos en Piura y el caso del suboficial de la Policía Nacional, Elvis Miranda Rojas, acusado de los delitos de homicidio y abuso de autoridad por abatir a un presunto delincuente en el distrito de Castilla, el domingo 13 de enero, sigue conmoviendo a la opinión pública y provocando controversia aquí y en todo el país.
El Poder Judicial acaba de confirmar siete meses de prisión preventiva para el suboficial, mientras duran las investigaciones, por haber disparado contra Juan Carlos Ramírez, por pretender darse a la fuga, después de haber sido acusado de robo, en un asentamiento humano del citado distrito.
La familia del suboficial Miranda, la Policía Nacional, el Ministerio de Interior y el mismo Presidente de la República han cerrado filas en su defensa, argumentando que este “cumplía con el deber de luchar contra la delincuencia”. El ministro Morán llegó a afirmar al respecto: “O están con la delincuencia o están con la Policía Nacional”.
En nuestra opinión, el asunto no es tan simple ni sencillo. Se trata de dilucidar los límites que debe tener el accionar policial en la lucha contra la delincuencia, pero también en resguardo de la vida humana. Si bien el uso de las armas con permiso es ético y legal, en defensa propia, es necesario investigar cada caso.
En el Perú no es legal la pena de muerte, por tanto, ningún delito, por atroz que sea, según nuestra Constitución, amerita esta pena. La persona que perdió la vida en este hecho policial, habría cometido un delito, pero no estaba probado.
Por otra parte, la Policía en la persecución del delito va armada y tiene licencia para usar esas armas, en los casos que crea lo más conveniente; sin embargo, es necesario que nuestros suboficiales posean una formación seria del “criterio y de la prudencia”, para actuar en consecuencia en cada caso.
Siempre es posible disparar para detener al delincuente, sin tener que segarle la vida; por tanto, si en el fragor de la persecución policial se producen estos hechos lamentables, tendría que ser en defensa de la propia vida o de la vida de otros, o por accidente; pero de ninguna manera por otro motivo.
La prisión preventiva para el oficial Miranda puede ser un exceso de celo judicial, pero la investigación del caso es necesaria, y ello no está reñido con acciones estratégicas, firmes y eficaces contra el crimen organizado emprendidas por nuestra Policía Nacional, las que felicitamos, apoyamos y aplaudimos.
(*) Profesora en CENTRUM PUCP, GBS