¡Con mis caviares no te metas!
La zurda antiminera Mirtha Vásquez renunció a la Presidencia del Consejo de Ministros recién cuando Avelino Guillén dimitió al Mininter, tras tener un encontronazo con el nada santo excomandante general de la PNP Javier Gallardo. Guillén quería colocar a oficiales serviles a los caviares en direcciones claves de la Policía, como la siempre presta Diviac, mientras que Gallardo pretendía ubicar a agentes cerronistas. Al final, ambos fueron expectorados por el inimputable presidente Pedro Castillo. ¡Y que ahora el exfiscal no venga a lloriquear porque bien que, a cambio del carguito que le dieron, metió a senderoides de prefectos!
Vásquez hoy se hace la “digna” al dar un paso al costado, argumentando que hay una crisis de corrupción en el Ministerio del Interior. Antes, sin embargo, la roja nadaba como puerco en lodo en toda la cochinada que el Gobierno de Castillo derrama a diario. Así, la excongresista pasó por alto las reuniones clandestinas del mandatario en la famosa casa de Breña, la injerencia en el proceso de ascenso de las Fuerzas Armadas, los millonarios contratos ganados por empresas vinculadas a Karelim López y Samir Abudayeh, los 20 mil dólares hallados en el baño de Bruno Pacheco, la presión de Pacheco a la Sunat, la oferta de Pedro Castillo de regalar nuestro territorio a Bolivia para que tenga salida al mar, entre otras perlas.
Lo único que consiguió durante su infructuosa gestión la exmano derecha de Marco Arana fue espantar a la inversión privada, al anunciar el cierre unilateral de 4 unidades mineras en Ayacucho. Como bien anota Carla García, ya Mirtha Vásquez podrá azuzar a la población y bloquear carreteras contra las minas sin tener que fingir que soluciona conflictos.
Desde este espacio, ya he expresado que la real solución a este caos es que Pedro Castillo renuncie o que sea vacado siguiendo lo establecido en la Constitución. Rechazo, por ello, las maromas que idean los caviares para defenestrar a Castillo y poner en su lugar a la peligrosísima Dina Boluarte. Si sale el profesor rural de Palacio de Gobierno, Dina debe acompañarlo, para que así María del Carmen Alva llame a nuevas elecciones presidenciales.
La otra improbable alternativa sería que Pedro Castillo conforme un gabinete de ancha base y nombre a un premier competente que se convierta en jefe de Gobierno. Castillo sería, en ese caso, el jefe de Estado: una figura decorativa, para mayor entendimiento. Pero, si el chotano se radicaliza y arma un gabinete ultraizquierdista, seguirá perdiendo legitimidad y será la calle la que lo bote a patadas de la Casa de Pizarro.
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