Comprender al informal para integrarlo a la economía
Casi 80% de la economía peruana es informal, lo que significa que la gran mayoría de la Población Económicamente Activa no cuenta con beneficios laborales, vacaciones, seguridad social ni jubilación.
Por décadas, se ha venido diciendo que el Perú necesita entrar en un proceso de formalización que permita que esta informalidad se transforme y posibilite a esta gran mayoría el poder disfrutar de los beneficios de la formalidad.
A lo largo de los años, se han dado distintas medidas buscando la tan ansiada formalización, sin embargo, poco se ha podido hacer. En parte porque es gracias a la economía informal, que el Perú sostiene la economía relativamente estable, a pesar de la pandemia y la recesión por el gobierno de Castillo, la crisis climática y la coyuntura nacional e internacional.
El boom de la economía informal se dio, principalmente, en los 80, cuando la guerra demencial y terrorista de Sendero Luminoso empujó a la población del interior del país a venir a Lima, el centro del poder en el Perú desde que somos República.
A falta de una sociedad industrial, y, peor aún, sumidos en la pobreza por las malas decisiones de los líderes de entonces, la respuesta del peruano fue la creatividad, que se expresó, por lo menos desde lo económico, en la economía informal y voraz que caracteriza al país.
El peruano, durante toda su historia, incluso antes del sincretismo andino-español-católico que se genera luego de la conquista, ha sido un comerciante y por lo mismo, ha tenido un pensamiento cultural pragmático.
Este pragmatismo y preferencia por el comercio de la población peruana se puede mapear a tiempos inmemoriales, que pueden dar espacio a otra reflexión, sin embargo, es gracias a estas características, que el peruano que llega a Lima huyendo del terrorismo, debido a la falta de Estado, y que se entera de que en Lima solo hay Estado en un espacio muy reducido, termina encontrando formas alternativas de solucionar sus problemas.
En el Perú, hoy, prima la autogestión. En el terreno económico, las juntas de dinero son un mecanismo de autofinanciación. Muchas personas mantienen emprendimientos pequeños o alquilan habitaciones: dinero que no suele pasar por los filtros de la bancarización. Aún el dinero se mueve en efectivo en el Perú.
Muchos peruanos saben que no contarán con una pensión al llegar a la senectud, pero de alguna manera se preparan para ese momento. Es difícil entrar al sistema financiero si no se tiene un empleo formal. Por lo cual el sistema financiero resulta complicado y no responde a sus lógicas sociales que tienen que ver con la configuración de haberse forjado una sociedad con un Estado ausente, a partir de lo cual no existe una verdadera confianza en ese Estado.
Las políticas de formalización en el Perú fallan por el simple hecho de que no parecen comprender que el fenómeno tiene características socioculturales construidas a lo largo de los años, y que son la génesis del rechazo por la formalización.
No es solo un tema de simplificación administrativa, que tiene que darse, pues la simplificación siempre ha sido sinónimo de progreso; tampoco tiene que ver con reducir impuestos, que claro que es positivo; la idea de formalización actual parece no responder a la realidad del Perú, y, por eso, el fenómeno de la informalidad sigue replicándose generación tras generación.
El capitalizar a la sociedad a partir de la entrega de títulos de propiedad, ha permitido un ingreso más veloz de gran parte de la población a escalar económicamente, sin esto dejar atrás a la informalidad. La relación con el Estado y con las instituciones del establishment, es de una desconfianza permanente.
Cuando hablamos de formalización, nadie se pregunta si realmente es que ¿gran parte de informales no pueden formalizarse?, o ¿será que no quieren? Sería necesario comprender mejor la relación de la población con el Estado y las instituciones del establishment para poder plantear mecanismos que permitan integrar de manera más eficiente a la población económicamente activa.
La tecnología siempre marcará la pauta, y la introducción de mecanismos de pago digital, como ya se habían visto hace varios años, primero en India y luego en el resto de Asia, puede ser un mecanismo de bancarizar la economía, con lo cual, si va de la mano con políticas públicas adecuadas y la población siente retribución por sus impuestos, desde una comprensión de la relación de la mayoría de la población peruana con el Estado, tal vez se pueda integrar a gran parte de la economía y se iría acercando a la idea que ahora se tiene de formalización.
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