“Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante”
Queridos hermanos, estamos ante el Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. La Primera Lectura es del libro de los Proverbios, inicia diciendo: “Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?”. Esta imagen de la mujer hacendosa significa a la Iglesia, que trabaja para dar sentido a la vida. “Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos”. El lino hace referencia a la vestimenta de los nuevos cristianos. Es decir, la belleza que presenta la Iglesia hoy en medio de sus pecados, es el sentido de la vida. Esta mujer del libro de los Proverbios “extiende la mano al pobre”. En estos momentos nos invita el Señor a trabajar por nuestro país, a hacer del Perú un solo cuerpo, que es la Iglesia. En estos momentos políticos que estamos viviendo, el Señor nos llama a trabajar juntos, a experimentar la gran belleza que te ofrece gratuitamente la Iglesia: el perdón de los pecados.
Por eso respondemos con el Salmo 127: “Dichoso el que teme al Señor. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa”. No impidan los hijos, porque evitar la vida de los hijos es experimentar la muerte. Abrirse a la vida es tener dentro “la prosperidad de Jerusalén”, que es la Iglesia. Por eso ¡ánimo, hermanos!, que en este tiempo de pandemia que vivimos y la situación de crisis política, trabajemos por el bien del hombre. Eso es lo que nos ofrecen estas palabras.
La Segunda Lectura es de la Primera Carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses, dice: “el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad»”. No alimentemos la burguesía y la instalación, sino salgamos a salvar a los que están más cercanos, ayudemos al prójimo. “Ya no vivamos en tinieblas, para que ese día no nos sorprenda el Señor como un ladrón”. ¿Quién iba a decir que viviríamos esta pandemia?, ¿quién iba a decir que viviríamos este cambio político? Por eso cantamos en el Aleluya: “Permaneced en mí, y yo en vosotros —dice el Señor—; el que permanece en mí da fruto abundante.” Permanecer en el Dios es experimentar que Él nos ama tal como somos.
El Evangelio de este domingo es de San Mateo y en él Jesús nos narra una parábola haciendo referencia al Reino de los Cielos: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó…”. Estos talentos son el Espíritu Santo, Dios nos lo da a cada uno para que fructifiquemos. “…El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor”. Este último no lo puso en práctica, es como cuando escuchamos la Palabra de Dios y no la ponemos por obra. Por eso el Señor nos pedirá cuentas de lo que se nos ha entregado. Al final el señor le dice a este empleado: “Eres un empleado negligente y holgazán”. Pongamos en práctica lo que hemos recibido gratis. “Debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses.” Los frutos, los intereses, son que podamos amar a los demás, a los que viven con nosotros.
Hermanos, salgamos de la dormición en la que vivimos. Pongamos en práctica el Evangelio y tendremos vida eterna.
El Señor quiere de nosotros que llevemos esta vestidura blanca que es el Bautismo, que nos hace presente la vida eterna. Que la bendición de Dios esté con ustedes.
Obispo emérito del Callao