Cómo hacer tambalear la democracia
Siempre se ha pensado que la forma más conocida de quebrar una democracia es a través de una intervención violenta de los poderes representativos del Estado. La historia evidencia diferentes acontecimientos en países como Argentina, Brasil, Guatemala, Pakistán, Perú, Tailandia, Egipto, Turquía y Uruguay que violentaron la democracia. Sin embargo, existen otras maneras de destruir una democracia aunque de un modo menos dramático y calamitoso, pero igualmente destructivo y letal para cualquier sociedad.
Ahora las democracias pueden fracasar ya no en manos de militares o dictadores, sino de personajes democráticamente elegidos pero que subvierten los principios democráticos del proceso electoral que los condujo al poder. Algunos personajes de la historia se encargaron de desmantelar la democracia de forma rápida y diligente (Hitler, Mussolini, Pinochet, Chávez), pero subsisten otras formas menos perceptibles aunque apreciables que erosionan lentamente y a pasos agigantados la democracia como sistema.
Aunque pareciera inverosímil señalarlo, el mismo proceso de retroceso de la democracia empieza en las urnas, a través de una senda electoral peligrosamente engañosa, mentirosa y encubierta. A diferencia de un golpe de Estado caracterizado por la intimidación o la irrupción autoritaria en las instituciones, en el caso que analizamos la desestabilización de la democracia transcurre progresivamente a través de la vía electoral conforme a los parámetros y exigencias que señalan las propias leyes. No aparecen tanques ni soldados en las calles ni se suscitan detenciones personales o masivas. No aparece un dictador o un individuo que de manera intempestiva, autoritaria y sorpresiva asume todos los poderes y recorta abruptamente los derechos ciudadanos.
En el caso que analizamos, la población sigue opinando y mostrando sus derechos abiertamente. Los autócratas electos mantienen una apariencia de demócratas, aunque de forma progresiva y tendenciosa la van destripando y desvirtuando hasta finalmente despojarla de su propio contenido y sentido colectivo y representativo. Acontece que la misma Constitución e instituciones nominativamente democráticas, continúan vigentes y siguen funcionando en apariencia. A la población se le hace pensar que vive en democracia y que los comportamientos de quienes gobiernan aparentan ser como tales. Quienes denuncian los abusos del Gobierno son calificados como exagerados, irresponsables, e incluso para muchas personas el proceso de erosión de la democracia se desarrolla imperceptible.
Una vez que una persona potencialmente autoritaria llega al poder por la vía democrática, perseguirá por diferentes medios subvertir la labor de instituciones y derechos claves para sus objetivos. Manejo de conceptos como persecución, control, subvertir, constitucionalidad, defensoría, transparencia, derechos ciudadanos, corrupción y delincuencia, resultarán primordiales para la conducción tergiversada y la manipulación de la democracia. Igual sucederá con la libertad de expresión, el derecho a la intimidad, la presunción de inocencia, el respeto a la honorabilidad y otros términos o derechos que en el presente caso dependerán de los intereses que se encuentren en juego y de la coyuntura que se viva.
Una vez logrados estos objetivos, los autócratas intentarán convertir las instituciones democráticas en armas políticas. Y es así, como subvertirán el sistema llenado las instituciones públicas de personas afines que jugaran solo a su favor. Igual requerirán del apoyo de sectores de los medios masivos de comunicación, que requieren ser financiados y apoyados económicamente de forma legal para consolidar un proyecto autoritario, hostigando o guardando silencio sobre determinados hechos dependiendo del momento, para reinscribir las reglas de la política e inclinar el terreno del juego a favor y en contra de los adversarios.
Lo paradójico de esta senda electoral licenciosa, encubierta y sinuosa, encaminada hacia el autoritarismo, es que los asesinos de la democracia utilizarán las propias instituciones que la caracterizan pero de manera gradual, sutil e incluso legal con el objetivo de liquidarla.
LUIS LAMAS PUCCIO