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¿Cómo combatir el impacto social de las mentiras y las «fake news»?

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Fecha Publicación: 02/07/2023 - 20:50
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Estaba leyendo un libro muy interesante: “Nosotros, el medio. Cómo las audiencias están modelando el futuro de las noticias y la información” de Shayne Bowman y Chris Willis (2003), libro que nos permite visualizar las fortalezas y oportunidades, pero también las debilidades y amenazas que tiene ahora el uso de las nuevas tecnologías.

Una conclusión inicial, a la luz de la sociología de la información, es que no debemos perder de vista que uno de los fines supremos del periodismo a nivel ético y social es la búsqueda y difusión de la verdad, y eso requiere investigar hechos concretos, buscar nuevas fuentes, contrastar datos para poder crear mensajes verdaderos que sean trascendentes para la sociedad.

Los autores mencionados se plantean precisamente varias inquietudes sobre cómo poder aprovechar las nuevas tecnologías en el periodismo participativo y no caer en el “ruido comunicativo”, es decir -como señala el pensador Umberto Eco- evitar que las redes sociales se conviertan en un bullicio donde “los idiotas son los que tienen la palabra”.

Es importante que la calidad, trascendencia, importancia de los contenidos no se pierda en la “hiperinformación”, en la presencia de “basura comunicacional”, pues ahora que cada persona con acceso a internet o a un smartphone tiene la “capacidad” de crear contenidos, muchos de estos excelentes pero otros también mediocres o intrascendentes.

Por ello es de suma importancia que las universidades y centros de capacitación de periodistas se enfoquen no solamente en las “habilidades tecnológicas”, sino que también se preocupen en una formación humanística que permita a los comunicadores poder tener capacidad de análisis de la realidad.

Esta educación humanista es la única manera de combatir a los fabricantes de noticias falsas (fake news), y que ahora mediante técnicas sofisticadas de realidad virtual crean una mentira o medias verdades que constituyen la “posverdad”, es decir una semiverdad, una mentira edulcorada que solamente sirve para engañar a las masas, siempre ávidas de entretenimiento a toda costa.

Si dejamos de lado el fin auténtico del periodismo, la búsqueda de la verdad, entonces no tendrá ningún sentido la promoción de un “pseudoperiodismo participativo”, que encuentra sus “logros” y su “rating” en la exaltación de la sexualidad, la propagación de la vida privada y la violencia en sí misma.

Si hablamos del impacto de las nuevas tecnologías, entonces también nos referimos al fenómeno de la globalización, el cual se viene imponiendo en el mundo. Lo que era impensable hace dos décadas, es ahora una realidad, más aún con el desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.

Sin embargo, este rápido avance y la promesa de una “aldea global”, donde el intercambio económico, comercial, cultural y comunicativo es posible incluso arrasado con las “identidades regionales”, requiere de un análisis profundo. ¿Qué riesgos tienen las redes sociales en el periodismo digital? ¿Hasta qué punto la comunicación global es sólo un espejismo? ¿Cómo lidiar con los temas de las culturas minoritarias, de la exclusión social y el desarraigo local? Son algunas de las preguntas que surgen tras la lectura de este libro.

Por lo tanto, en el periodismo participativo subyace siempre la cuestión ética y la deontología profesional del periodista. Todos los actos humanos están signados por la ética y la moral en la medida en que son un ejercicio del libre albedrío para dirigir el actuar hacia el logro del bien.

(*) Escritor, sociólogo y analista político. Consultor Internacional en Derechos Humanos para VIACTEC.

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