¿Cómo analizar a un caviar?
Por Ángela Ccanto Buendía
En mis redes sociales suelo publicar información de variedad. Definitivamente, la política es el tema al que doy la mayor importancia. En los últimos meses he observado un cambio total en el análisis que hacen las personas que comentan y los debates que se generan. En esos debates e “ideas” nunca faltan los términos “fujimorista”, “mermelero”, “corruptos”, “rojos” y “caviares”. Con estos términos se mide y valora la opinión de otros. Lo que ha llamado mi interés es sobre la palabra caviar.
He declarado que soy abiertamente antagónica al fujimorismo. Para ser “mermelero”, tendríamos que depender del Estado, de un sueldo y siempre defender al gobierno que paga, y no necesitamos eso. ¿Roja? Desde que ingresé y salí de San Marcos he rechazado las ideologías inservibles. Terminamos con caviar, en primer lugar, no soy de izquierda, así que caviar, jamás. Si buscamos esta palabra en Google -acompañado de la palabra política- la primera descripción que encontramos está referida a aquellas personas que dicen ayudar y luchar por los pobres, pero viven una vida muy lejos de la pobreza; o que sus posturas e ideas políticas son ambiguas y que carecen de todo compromiso serio con la acción política.
No concuerdo con la primera explicación, porque desear vivir bien y en comodidad no es ningún delito. Es el deseo de toda persona, incluso de los que menos tienen. Pero, ¿cuándo han visto a un caviar ir a un barrio pobre por mera filantropía? Jamás. Ahora bien, la segunda opción es realista y aplicable a todo aquel que ha sido calificado como caviar. Nuestros amigos caviares desean vivir en un mundo que aparenta ser bonito y moral. Ellos mismos se consideran la reserva moral de un país que no les interesa. Un caviar defenderá a sus amigos políticos que fueron alcaldes de Lima, asegurando que Susana Villarán aceptó sobornos, pero no para ella; sino para su campaña del “NO”.
Según ellos, porque no tenía dinero.
Identificas a un caviar cuando te das cuenta de que los pocos ministros que pudieron tener en el poder, no hicieron nada; y le echan la culpa al Congreso de su improductividad. Nos dibujaron una ligera imagen de gestores eficientes. Pero, ha quedado en evidencia que solo buscan vivir del Estado. Anahí Durand, la exministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, fue contratada por el Gobierno, luego que su partido “marcara” distancia con el Presidente, ¿y su posición política?
Una de las descripciones encontradas en Google indica que ser un caviar significa tener ideas políticas ambiguas y, además, carecen de todo compromiso serio con la acción política. Cuando pudieron, no lo hicieron. Y buscan excusas y culpables para defender su incompetencia. Un caviar siempre sacará la vieja confiable: ¡El fujimorismo tiene la culpa!
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