Combatir la desocupación, informalidad y pobreza
Es obligación imprescindible de políticos electos para los poderes Legislativo y Ejecutivo, así como de empresarios, el generar constantemente más puestos de trabajo estable y dignamente remunerados para ir eliminando la desocupación y por ende la informalidad y la pobreza.
La población desocupada es la carente de empleo o habiéndolos tenido han prescindido de/l trabajador/es; estos luego buscan trabajo. La informalidad laboral deviene de empleos, ocupaciones y actividades económicas que no gozan de beneficios estipulados por leyes y la seguridad social. Los informales realizan “trabajos” independientes, dependientes en empresas informales y aun en empresas formales que incumplen las normas legales y tributarias. Los informales carecen de “remuneraciones” o ingresos que no superan el valor monetario de la canasta básica de alimentos.
La pobreza es la privación de medios necesarios para una calidad de vida adecuada; es generada por no tener la posibilidad de acceder a los suministros más básicos para poder vivir como los alimentos, agua, luz y gas. Las personas sobreviven en desventaja y desigualdad ocasionadas por sus dificultades de encontrar empleo que les posibilite una remuneración por lo menos para subsistir. Pueden ser absoluta y relativa.
El 2023 – según la INEI –, el Perú tuvo 33´726.000 habitantes. El 79% (23´311.893) son urbanas y el 20.7% (6´690.991) rurales. Hombres son 16´727.000 (49,6%) y mujeres 16´999.00 (50,4 %). Y el 59,0% es costeña (19´194.000), el 26,8% (9´785.000) serrana y el 14,2% (4´785.000) selvática. Se informó que al final del 2022 la población ocupada era de 17´696.400. El 2021 (en plena Pandemia del Covid-19) 1´29.281 estaban sin empleo.
Es necesario puestos de trabajo dependiente y subordinado a un empleador y con remuneraciones racionales que permitan una racional subsistencia personal y familiar de los trabajadores que les garantice permanentemente una vida digna. Lamentablemente por situaciones políticas y carencia de previsión, muchos centros de trabajo cerraron presidiendo de sus trabajadores o redujeron su producción y disminuyeron su personal.
Los pregones políticos determinaron la fuga de empresarios nacionales y que extranjeros no llegaran al país. Consecuencia: No se establecieron nuevos centros de producción para la extracción de minerales y la posibilidad de fábricas para incrementarles valor agregado; tampoco se estimuló de la agricultura tecnificada, fabricación de productos derivados de la pesca, mayor desarrollo industrial textil, etc. Consecuencia: aumentó la desocupación, la informalidad y creció la pobreza.
Imprescindible: crear más fuentes de trabajo que requieran trabajadores.
Por Roberto Rendón Vásquez
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