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Colombia: vuelve el ciclo negativo

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Fecha Publicación: 11/10/2025 - 20:40
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Hace poco más de dos décadas, en el año 2003 el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez estableció la “Política de Seguridad Democrática” con una clara voluntad de pacificar su país y liberarlo de las garras del terrorismo que representaban los grupos armados subversivos tales como las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) o el ELN (Ejército de Liberación Nacional)
Esta Política obtuvo resultados concretos y alentadores y se sustentaba en que la sociedad jugara un papel más activo en la lucha contra la subversión, el fortalecimiento de las instituciones armadas, la policía nacional, el sistema judicial y el aparato de inteligencia nacional.
El éxito alcanzado en el período 2003-2010 no tuvo precedentes en cuanto a resultados en la disminución de homicidios, secuestros y atentados, así como el aumento de incautaciones de droga y la desmovilización de más de cincuenta mil miembros de grupos terroristas y bandas delincuenciales, contándose entre las acciones más destacadas, la operación Fénix en que se abatió al cabecilla terrorista Raúl Reyes y la operación Jaque en la que se rescataron a Ingrid Betancourt, ciudadanos estadounidenses, militares y policías secuestrados desde hacía más de seis años.
Al final de su mandato, Uribe manifestaba haber puesto en marcha un “círculo virtuoso” en el que la seguridad era el pilar que hacía posible grandes inversiones privadas que a su vez permitían un destacado crecimiento económico y un desarrollo sostenible de la sociedad colombiana.
En 2010 es elegido presidente Juan Manuel Santos Calderón, quien había sido ministro de defensa de Uribe, y en un principio tomó la posta con el propósito de continuar con la política de su antecesor, lo cual hizo en sus primeros dos años con golpes las FARC como la eliminación de sus líderes “Mono Jojoy” y “Alonso Cano”; sin embargo, Santos experimentó una presión política por sectores de Izquierda y organizaciones de Derechos Humanos que denunciaban escándalos como el de los “Falsos Positivos” y violaciones al Derecho Internacional en las operaciones contra los grupos narcoterroristas.
Esta presión y una visión errónea, hizo que en 2011 iniciara un acercamiento a la cúpula de las FARC y empezara a gestar un acuerdo de paz con ese grupo subversivo mediante “diálogos de paz” en Oslo, Noruega, las que desembocaron en la firma de un “acuerdo final, integral y definitivo” entre el gobierno colombiano y la organización narcoterrorista en septiembre del 2016, lo cual le valió al presidente Santos el Premio Nobel de la Paz. Ese año también se habían iniciado conversaciones para un acuerdo de paz con el ELN.
¿Qué se logró con esto? En realidad, el acuerdo de paz con las FARC fue una pésima idea, como lo manifestó el ex presidente Álvaro Uribe, ya que al desmovilizar e indultar a gran parte de integrantes de la organización subversiva, se dejaba una sensación de impunidad para los miles de víctimas del terrorismo y sus familiares. Por otro lado, este acuerdo no fue acatado por todas las facciones de las FARC, formándose grupos de disidentes que continuaron con sus actividades delictivas, sumados a ellos el crimen transnacional de los cárteles y la gran cantidad de actividades ilícitas en zonas rurales y fronterizas.
Lamentablemente, el sucesor de Santos, Iván Duke, no fue capaz de devolverle la esperanza al pueblo colombiano y eso, sumado al crecimiento de la izquierda radical, potenciada por los “ex - terroristas” de las FARC y el ELN, provocaron la elección como presidente en 2022 de Gustavo Petro, un ex guerrillero del M-19 que juega a desafiar a Estados Unidos o trata de propiciar un conflicto fronterizo con el Perú como cortinas de humo para disimular su incompetencia.
Hoy en día, más de ocho años después de la firma del tratado de paz, Colombia nuevamente está sumida en la violencia, llegando a su punto álgido con el asesinato del senador y pre candidato presidencial Miguel Uribe Turbay y con la multiplicación de bandas delincuenciales que azotan zonas urbanas y rurales.
La lección acá es que un trabajo debe ser completado y no se puede hacer un acuerdo de paz con terroristas. La búsqueda de paz con las FARC o el ELN no era lo que Uribe buscaba con su “Política de Seguridad Democrática”; él buscaba una rendición incondicional de todos los movimientos subversivos en Colombia y la recuperación efectiva del control del territorio nacional para una pacificación real. De haberse continuado con sus políticas, probablemente Colombia estaría en una situación muy diferente.

Por José Krebs Millares 

Capitán de Navío (r) AP
Director Ejecutivo del Centro de Estudios Geopolíticos y de Seguridad Nacional (CEGESEN)

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