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Colombia: triunfo de las Farc

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Fecha Publicación: 01/09/2019 - 04:50
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Desde esta trinchera fuimos muy críticos de la candidez –¿o acaso pretensión?– transpirada por el expresidente colombiano Juan Manuel Santos en su desaforado afán por firmar un acuerdo de paz con el terrorismo de su país. Es más, Santos cedió desde el primer minuto del proceso al aceptar a La Habana como terreno para llevar a cabo las negociaciones con las farc. Vale decir, sometió a su país a la humillación de sentar a sus representantes alrededor de una mesa basada en Cuba, la madre de todos los movimientos terroristas latinoamericanos. Desde la denominada guerrilla peruana de los años sesenta liderada por De la Puente Uceda, hasta sendero luminoso, mrta, farc, etc. Este fue el primer campanazo que sirvió para comprender que la pantomima del acuerdo de paz promovida por Santos era un show mediático que tenía terceras intenciones. En este caso, conseguir que le entregasen el Nobel de la Paz. Meses y meses dedicados a ofrecerle a la izquierda mundial otro trofeo. Al punto de aceptar la vesania de otorgarle a las farc decenas de miles de hectáreas en propiedad para asentarse ahí como territorio liberado. Esto al margen de establecerles cuotas prestablecidas para las elecciones de 2018, asegurándole a las farc que contarían -como ocurrió- con cinco curules propias en el Congreso de Colombia.

Sin duda ese malhadado pacto de paz no solo le concedió sendas ventajas al terrorismo. En paralelo le facilitó financiamiento. Y encima de todo, el perdón del Estado de Colombia. Una victoria que conmovió a la prensa zurda mundial que, durante año y medio, prodigó toda suerte de elogios a Santos. Al extremo que ocurrió lo que tanto buscaba el hasta entonces presidente de Colombia: conseguir el premio Nobel de la Paz. Por cierto, el jurado que asigna los premios Nobel profesa una altísima afinidad ideológica izquierdista trajeada de políticamente correcta. Aunque aquello no libra a sus integrantes de operar en ese oscuro submundo del cabildeo financiero. Esto ocurrió con Santos. Según versiones que circulan en las redes sociales, Kaci Kullman Five, presidenta del Comité Nobel de la Paz -la que le otorgó esta presea- integró el Consejo de Administración de la empresa petrolera noruega Statoil cuando el gobierno de Santos le entregó en concesión derechos para explotar una rica zona de petróleo ubicada en la costa caribeña de Colombia. Es más, a lo largo de las negociaciones de paz en La Habana el gobierno noruego sufragaba al abogado de las farc; asimismo pagaba estipendios al líder farcista Iván Márquez y simultáneamente solventaba el costo del asesor de los terroristas Enrique Santiago, ex secretario general del partido comunista español.

Alrededor de ese operativo pacificador se sumaron intereses políticos, ideológicos y económicos. Pero increíblemente, ninguno benefició a Colombia. Los triunfadores sólo fueron la izquierda, las farc y Santos. Y acaba de suceder lo que se esperaba desde el principio. El camarada farcista Iván Márquez ha anunciado que su organización terrorista retoma las armas “porque el gobierno colombiano ha violado el acuerdo”. La farsa izquierdista de echarle la culpa al otro.

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