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Colegios militares

Fecha Publicación: 12/01/2020 - 22:00
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Hay momentos en los que, en el desempeño de nuestras actividades profesionales, las circunstancias nos obligan a tomar decisiones y mientras más serias sean las consecuencias al ponerlas en ejecución, es cuando vienen a nuestra mente las valiosas enseñanzas recibidas en el colegio; en mi caso, cuando cursaba mis estudios en el Colegio Militar Elías Aguirre, de Chiclayo; cuando eso ocurre, por encima de todo, en medio de mis obligaciones laborales recito, para mí mismo, tres palabras que son el eje de mi formación cívico-patriótica: “DISCIPLINA – MORALIDAD – TRABAJO”, lema de mi amado Colegio Militar que activa los valores que regulan mi comportamiento profesional. He debido cuestionarme sobre la razón de la existencia de un Colegio Militar que lleve su nombre y mantener viva su memoria; he tenido que evocar mis días de estudiante como cadete y recordar la experiencia vivida y apreciar el porqué, cuando se trata de asumir alguna responsabilidad, recurro al lema de mi amado colegio.

En mi época existían cinco Colegios Militares: Leoncio Prado, en Lima; Francisco Bolognesi, en Arequipa; Elías Aguirre, en Chiclayo; Ramón Castilla, en Trujillo, y Pedro Ruiz Gallo, en Piura; hoy en día existen otros centros homólogos en varias ciudades del país; en todos ellos la formación es la misma: instrucción militar, estudios exigentes para una excelente capacitación académica orientada a las aspiraciones universitarias o académicas de los cadetes; educación física intensa para dotar a los cadetes de un estado físico que los prepare para los esfuerzos que, como profesionales les permita un óptimo rendimiento al servicio de la sociedad; esto vendría a ser el equivalente al “mens sana in corpore sano”, de la preparación de los guerreros griegos.
En todos ellos el lema es el mismo: “Disciplina, Moralidad y Trabajo”, lema que arde en el corazón de cada uno de los cadetes, lema que ilumina sus vidas, y les hace ejemplo a seguir por la sociedad en la que vivimos, es la promesa que hacemos de ofrecer nuestras vidas en la defensa de la patria, siguiendo el ejemplo de nuestros héroes. Todos estos Colegios Militares, al igual que el pionero de La Perla, llevan por nombre el de personajes ejemplares, militares de brillante trayectoria, verdaderos paradigmas de valor, coraje, valentía, sacrificio puestos al servicio de la defensa de nuestra Patria.

En todos ellos también, se siembra en la mente y en el corazón de los jóvenes cadetes un ferviente amor a la patria, un auténtico patriotismo que se plasma no solo en las actividades castrenses sino más bien en la responsabilidad de quienes hacen patria aunque no lleguen a ser militares de carrera, de aquellos que ejercen sus oficios o profesiones con el deseo de contribuir al desarrollo y progreso de nuestro país, esa es la mejor contribución de los colegios militares al engrandecimiento de nuestro querido Perú, y al hacerlo así los colegios militares infunden en sus cadetes un acendrado espíritu de cuerpo que quiere servir de ejemplo a toda la ciudadanía para lograr la integración de nuestra patria mediante la práctica de los valores humanos y las virtudes morales, en el cumplimiento de nuestros deberes cívicos y patrióticos.

En el espíritu de cuerpo de todos los cadetes de los colegios militares está encendida una llama votiva como un homenaje permanente perennizando los nombres de nuestros héroes, de aquellos que ofrendaron sus vidas para defender nuestra sagrada patria; por ello invoco a nuestros hermanos ex cadetes a unirnos -hoy más que nunca- para defender la memoria de nuestros héroes y el gran honor que significa haber vestido el uniforme de la Patria.