Claudicación y cobardía en Palacio
La claudicación del Estado frente a los arrebatos de un caudillo regional -una copia grotesca de Evo Morales- en busca de palestra nacional es una señal pésima para el futuro y compromete sin duda el presente. La estafa al país -al que se le decía que había decisión por imponer el imperio de la ley- y la abdicación de sus obligaciones hacen a Vizcarra ubicarse probablemente dentro del desagradable concepto de traición y ciertamente lo presenta como un gran cobarde. La forma como engañó al país es gigantesca; nunca tuvo siquiera la intención de arreglar el conflicto.
El audio propalado hace dos días es claro y revela que el mandatario sólo confabuló con los antimineros para liquidar Tía María. Revela además que ante la extorsión retrocede y argumenta complacientemente no ser el "enemigo". Le dice esto de forma patética a un enemigo del desarrollo del país, a un enemigo del Perú; por tanto, para todo efecto práctico, Vizcarra ya no es ninguna garantía de defensa del interés nacional de la patria. La claudicación del 28 de Julio se ratifica y nos queda a muchos las preguntas: ¿por qué no renuncia de una vez? ¿El Perú se merece 12 meses más de esta mediocridad adicta a las encuestas, pero indolente con los más pobres?
Seamos claros, discutir en estos tiempos acerca de la necesidad o no de las industrias extractivas formales y con tecnología, de la apertura comercial, de la inversión privada y su rol clave en el desarrollo nacional pareciera una circunstancia sacada de décadas atrás en las que el viejo comunismo creía que todo tenía que estar bajo el dominio y el control operativo del Estado. Parece que en la izquierda marxista han aparecido algunas caras nuevas pero mantienen los mismos dogmas que han probado su fracaso en Cuba, Venezuela, Nicaragua como ejemplos llevados al límites, pero que también han sido un fiasco en sus versiones más "light" en Argentina y Brasil, en donde el estatismo no se fusionó con la abolición de las libertades políticas, pero si resintió severamente sus economías. Y así, como los anteriormente citados, pronto fracasará también Bolivia a pesar de gozar de buena propaganda.
Vizcarra parece querer ser de este pelotón anti inversión, anti apertura comercial y carente de muchos escrúpulos. Lo que no parece ser tan claro es si Vizcarra actúa de esta manera, además de por incapacidad y cobardía, por convicción ideológica. Muchos piensan que sí, sin embargo yo más bien creo que es solo una larga cadena de actos desesperados de un hombre que necesita mantener una popularidad alta como medio para evitar la cárcel, que es muy probable se le venga encima apenas deje la banda y tenga que responder por sus tropelías.
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