China y el poder asiático

Las recientes impresionantes exhibiciones del poder de China durante el desfile militar en la plaza Tiananmen, en Beijing, conmemorando el día de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y por tanto, el punto final de la referida conflagración bélica planetaria, y, además, con la presencia de invitados de peso en el actual escenario del orden mundial imperante en su porción asiática -estuvieron Vladimir Putin de Rusia y Kim Jong-un, entre otros-, está confirmando varias realidades que nos deberían a preocupar a todos los que habitamos este mundo. Lo primero que salta a la vista es que la sonada reunión de Donald Trump, mandatario estadounidense, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Alaska, fue un completo fracaso. No resultó ser lo que creímos. Nuestra reciente prognosis nos está confirmando otra cosa. De allí que no creo que el presidente ruso cometa un error garrafal de cálculo político internacional si acaso hubiese llegado a sendos e importantes acuerdos con Trump, para que tan solo pocos días después se le vea desafiante, exhibiéndose al lado de Xi Jinping en señal de perfecta actitud de desdén al jefe de Estado estadounidense. En ese correlato lógico-explicativo se entiende mejor que el desplazamiento naval de Estados Unidos ha sido la actitud de presión del hegemón a Moscú para llegar a la paz con Ucrania, aprovechando haberle bajado el dedo a Nicolás Maduro, a quien considera jefe del cartel de soles. De otro lado, la actitud de Xi Jinping en el marco del desfile chino, ha sido mostrar la postura predominantemente disuasiva del gobernante chino, que sigue inmutable en su objetivo de alcanzar para su país la denominada felicidad, a mediados del siglo XXI, que significa ver a una China no solamente como un país rico, si no, dominantemente poderoso. Me queda claro que las fichas del comportamiento mundial de los actores relevantes, sigue siendo de pugnas, pero nada asegura que pudieran pasar a otro de tensiones, las que, como ha pasado en otros tiempos de la sociedad internacional del conflicto, solo hará falta el pretexto para que pudiera dar paso a las de naturaleza prebélica y con ello, desatarse una tercera guerra mundial, todavía y Dios así lo quiera, la nominaremos con letras minúsculas. Sería una completa paradoja que Venezuela sea el punto de una eclosión militar planetaria y no Europa del Este como se ha venido creyendo. Tan cierto como que occidente debe actuar a discreción con el auge militar asiático es que aún ninguno de los países de esa otra parte del globo cuenta los volúmenes del poder militar estadounidense. Sigo creyendo que el mundo sigue acomodándose, como el Sol cuando cae la tarde, hacia una inexorable etapa de colisiones de alcance mundial. Mayor razón para que las naciones del mundo adopten políticas disuasivas. Es lo responsable en estos tiempos en que se mueve la sociedad internacional buscando acomodas sus cualidades geopolíticas. Es lo que nos deja mirando el creciente poder asiático. Todos estamos advertidos.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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