China reemplaza al FMI
El 30 de junio pasado vencía una cuota de US $ 2,700 millones que Argentina debía de cancelar al Fondo Monetario Internacional. Y, en medio de las negociaciones entre dicho país y el Fondo para un nuevo préstamo, no se podía dar el lujo de incumplir dicho pago. Y como no tenía los fondos requeridos, el ministro de Economía tuvo que viajar de urgencia a Pekín para obtener dichos recursos. Luego de un intenso período de negociaciones se obtuvieron los recursos. Pero con la falta de transparencia con que China realiza estos tratos, no se conocen las condiciones impuestas.
Es así que por primera vez se utilizó la moneda china para cancelar parte de dicha deuda, y el resto en derechos especiales de giro (canasta de monedas que el FMI utiliza para sus transacciones). El préstamo anteriormente referido se ubica dentro del enfrentamiento entre EE.UU. y China por la intención del yuan de ir desplazando al dólar como divisa internacional.
Dicha operación, que tuvo amplia repercusión internacional, fue un punto a favor de los asiáticos, pero que no llega a “compensar” la jugada de EE.UU. de convencer a la India para que se opusiera a la aprobación de la “moneda BRIC” (Brasil, China, India, Sudáfrica) y que se daba como un hecho que se iba a anunciar en la reunión que van a tener este mes. En la operación con Argentina, China reemplazó como prestamista al FMI. El Banco Central autorizó a los bancos a abrir cuentas en yuanes. Y el FMI aceptó que Argentina siga pagando su deuda con dicha moneda. Y no debería de sorprender si en el futuro este tipo de operación se repitiera con países en similar situación a Argentina.
El reemplazo del FMI por China ya se ha dado en diversos países, ya que mientras el Fondo exige condicionalidades económicas para que se reestablezcan los equilibrios en los países prestatarios, a China no le interesa si las transacciones se efectúan con gobiernos de derecha (inclusive extrema) o de izquierda. Tampoco si respetan o no la ortodoxia económica, los derechos humanos, las normas ambientales, la libertad de prensa, etc. Lo que le interesa es, por llamarlo de algún modo, la “condicionalidad política”; obtener el visto bueno de los prestatarios en proyectos estratégicos, quedándose con los activos, votando a favor de China en decisiones de organismos multilaterales, etc.
Lo anteriormente descrito demuestra el creciente rol que está jugando China como prestamista y en el campo de las relaciones internacionales. Faltando conocer cuál habrá sido el quid pro quo de China en el salvataje financiero realizado. Aspecto que ha generado preocupación en la oposición.
Por lo pronto, el préstamo chino ha confirmado el viaje del presidente argentino a China en octubre. Y existe el temor que se haya cedido en algunos proyectos estratégicos que China ambiciona y que Argentina ha estado demorando. Entre ellos, la construcción de un puerto (base naval china) en Tierra del Fuego, clave para controlar el Estrecho de Magallanes y el paso del Atlántico al Pacífico ante una eventual prohibición que sus barcos transiten por el Canal de Panamá. La compra de aviones chinos, la Hidrovía del Paraná, el 5G chino, etc. Hay que analizar la experiencia argentina para evitar repetir sus errores en tratos con la China.
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