Chile y su camino hacia la Constitución correcta

Si miramos con atención el proceso político chileno de los últimos años para contar con una nueva Constitución Política, entonces, no debería sorprender a nadie el resultado con espíritu ciudadano corrector respecto de todo lo mal que se hizo con el intento anterior dominado por el desorden en la forma y en el fondo y con una alta proclividad a desnaturalizar y confundir el camino que Chile se merece hacia el desarrollo.

Pero no es que la derecha chilena, ayer victoriosa para liderar el camino para aprobar la Carta Magna, que reemplazará a la de 1980 dada durante el régimen de Augusto Pinochet, sea sinónimo de lo mejor para asegurar el final de este camino, sino, en cambio, que para que la inmensa mayoría de chilenos, todo lo llevado adelante por los sectores de la izquierda del país sureño fue un ensayo empírico de fórmulas jurídico-políticas para el destino de Chile que mereció el rechazo de una ciudadanía preocupada por el futuro del país, que siempre son la mayoría, y que quiere una Constitución que no sea el producto de una tendencia ni que responda a un sector ideológico, sino que recoja la visión ecuménica de los chilenos como Estado-nación.

Los 51 consejeros ayer elegidos no van a comenzar su trabajo de cero o de la nada. Esta vez recibirán el proyecto de Constitución trabajado por los expertos o especialistas que sí saben técnicamente qué es lo mejor para el país. Estoy persuadido de que Chile contará esta vez con una Constitución hecha a la medida para su vida política. Los chilenos han vivido en carne propia el impacto de la ideologización y la madurez del pueblo se refleja en la enorme preocupación por el futuro de la patria.

Chile no puede perder la brújula que en las últimas décadas lo convirtió en uno de los países de mayor consistencia económica en la región, faltándole eso sí, un equilibrio para una auténtica redistribución de la riqueza que deberá ser subsanada en la nueva Carta Magna. Las migraciones hacia este país son la mejor prueba de que la nación más austral de América del Sur sigue siendo una de las más estructuralmente compactas para la realización social.

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