Chavín de Huántar, un parteaguas ideológico
Continuamos en el despeñadero judicial. Los miembros de la Junta Nacional de Justicia, se resisten a dejar sus cargos, cual ladrones utilizan como rehén a su propia institución. No acatan la ley, están por encima. A las decisiones del Tribunal Constitucional le dicen, fo, fo y se sienten heroicos resistiendo, aunque propicien la anarquía. Inés Tello (78 años), separada por el Congreso de la JNJ, es la única persona en el planeta que no está jubilada como lo señala la legislación laboral. No suelta la teta del Estado y, claramente, su interés es crematístico, el vil ‘bille’.
Embebidos en esta guerra púnica no podemos ver más allá. El policía Harvey Colchado, bien suspendido por faltoso con la Presidenta de la República, ha presentado un amparo por esa sanción. La decisión del Poder Judicial, otorgarle o no la medida cautelar, será una radiografía de cuán contaminada está la Corte Superior. Aunque al amparar recientemente a la JNJ contra la decisión del Congreso, ya se comprobó lo politizada que está la justicia peruana. El sector llamado caviar, ‘oenegero’, representante del llamado progresimo tiene poder y se resiste a perderlo.
Hace días conmemoramos una acción heroica y valerosa: la Operación Chavín de Huántar. Pero esta red progresista infiltrada en muchos sectores, -el universitario, el judicial, el fiscal, en la policía política, DIVIAC, en la prensa, en el Congreso (siempre minoritaria), en las ONG, la iglesia, la justicia interamericana- cuestionó desde el inicio esta incursión militar en la embajada de Japón en el Perú. Es más, hubo soplonaje a favor del MRTA al publicar indebidamente la construcción de los túneles que permitieron la liberación.
El mundo y una gran parte del país aplaudieron y admiraron que se haya rescatado del grupo terrorista del MRTA a 72 rehenes, murió uno y dos comandos. Ellos pasaron un cautiverio violador de todos los derechos humanos. Sin embargo, cosa increíble, los comandos terminaron en la justicia nacional e interamericana acusados de ejecuciones extrajudiciales. Durante 18 largos años pasaron un vía crucis legal. Terroristas asesinos, provistos de armas poderosas que atacaron sin piedad a los comandos y a los rehenes, violando toda ley, fueron protegidos, defendidos por este entramado progresista incrustado en lo judicial.
Paradójico, esta grandiosa operación de rescate fue uno de los episodios de nuestra historia, donde se fregó el Perú. Y luego de 27 años de Chavín de Huántar persiste la misma animadversión. Fue difícil hacer un evento recordatorio en el Lugar de la Memoria, porque los ‘chavines’ son fo, fo, para este conglomerado progresista. Los sustenta una ideología que sigue creyendo en el socialismo, una utopía que nunca pudo materializarse y que contrariamente a lo que pregonaron terminaron creando regímenes totalitarios, antidemocráticos, económicamente precarios, favoreciendo la reproducción de la pobreza.
Mientras el Perú esté al vaivén del poder de esta red, insistimos minoritaria, viviremos polarizados y mal enquistados. Sus integrantes se sienten superiores a sus pares moral e intelectualmente. Son la verdadera raza distinta. Se tiran abajo una acción admirable, la cuestionan, contrariando a la ética y terminan teniendo condescendencia con los terroristas del MRTA, defendiéndolos. Ese sector se siente dueño de la verdad, la conciencia del país. Lamentablemente, su base es el odio, tanto que promovieron a Pedro Castillo Terrones, soslayando su vinculación con Sendero Luminoso.
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