¿Chancay no es Perú?
Sin que la noticia fuera divulgada por nuestra Cancillería, resulta que China y Brasil manejan el puerto de Chancay. Torre Tagle no ha dado cuenta de las negociaciones sobre los planes futuros de Brasil y China relacionados al megapuerto, ubicado a setenta kilómetros al norte de la capital. Incluso, según la agencia española EFE, el puerto de Chancay —inaugurado en junio— “fue construido con capitales chinos”, como parte de la Nueva Ruta de la Seda.
Esto sucede cuando los gobernantes carecen de dimensión y no tienen percepción de su conducta como líderes internacionales. ¡Acá, amable lector, nadie ha informado sobre esta noticia que compromete a nuestra nación!
En todo caso, le recordamos a la presidenta Boluarte lo que le impone la Constitución en su artículo 118: “Corresponde al Presidente de la República (Inciso 11) dirigir la política exterior y las relaciones internacionales; y celebrar y ratificar tratados. (Inciso 15) Adoptar las medidas necesarias para la defensa de la República, la integridad del territorio y la soberanía del Estado”.
Hablamos de la prepotencia desplegada por los mandatarios de Brasil y China durante la reciente reunión de países BRICS. Allá, los presidentes Lula y Xi Jinping suscribieron un pacto “para iniciar estudios de viabilidad de un corredor ferroviario bioceánico que conecta el puerto Ilhéus (Bahía, Brasil) con el megapuerto de Chancay en la costa del Pacífico peruano. Esta ruta unirá el Atlántico con el Pacífico mediante una infraestructura ferroviaria moderna para impulsar el comercio entre Sudamérica y Asia, especialmente con China, reduciendo tiempos de transporte de mercancías de 40 a 28 días, superando rutas tradicionales como el canal de Panamá”. La iniciativa proyecta que “la ruta por el Perú pase vía Bagua Grande, Tarapoto y Pucallpa, hasta llegar a Chancay, estimando una inversión inicial de US$ 10,000 millones. El puerto de Chancay, con capacidad para recibir megabuques y operar a gran escala, se perfila como principal punto de salida de Sudamérica al Asia, desplazando el protagonismo del canal de Panamá y posicionando al Perú como alternativa más rápida y eficiente para el comercio intercontinental”, concluye el cable.
Infra SA (empresa estatal brasileña) y el Instituto de Ferrocarriles de China se encargarán de los estudios técnicos, económicos y ambientales. El proyecto “podría incrementar el PBI peruano en 0.59 %”. Cifra modestísima frente al hecho de que Chancay es la base de todo este fenomenal negocio. El ferrocarril facilitará transportar productos brasileños como soya, minerales y carne hacia China en 28 días, frente a los 40 días actuales.
El proyecto —donde no hay noticia de que oficialmente haya participado Perú— fortalece a China, vía nuestra participación en la Nueva Ruta de la Seda, convertida en eje entre Sudamérica y Asia. “Perú ganará peso en negociaciones comerciales y multilaterales, transformado en socio para proyectos de integración regional”, habría dicho el canciller Elmer Schialer. Para esto, “debe acelerar la construcción del tramo del tren que una Chancay con Pucallpa, superando serios retos ambientales y sociales”. ¿A qué costo? Porque las organizaciones ambientalistas advierten serios impactos en territorios indígenas, exigiéndonos consultas previas con comunidades locales.
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