Celebremos nuestra hispanidad
El 12 de octubre se celebra el Día de la Hispanidad, conmemorando el Descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, un hecho histórico trascendental para el mundo occidental, que amplió las fronteras de la península española de esa época, bajo la mirada atónita de potencias como Inglaterra, Holanda o Francia.
Han pasado 532 años desde que Colón desembarcó en el puerto de Palos, y las narrativas sobre el descubrimiento, la conquista y el virreinato son aprovechadas con fines ideológicos y políticos, lejos de los estudios de los historiadores, por líderes que, aprovechando la ignorancia de gran parte del pueblo, tejen leyendas negras para mantener vivo un absurdo resentimiento que, sin duda, les favorece.
La actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, por ejemplo, hizo el ridículo internacional al condicionar su invitación a la llamada “protesta” de su cargo al actual rey de España, Felipe VI, quien, para empezar, pertenece a la dinastía de los Borbones que, en todo caso, nada tiene que ver con la castellana reina Isabel la Católica ni con la dinastía de los Austrias, reinantes en los siglos XVI y XVII, cuando España se consideraba “el reino donde nunca se ponía el sol”.
La marxista Sheinbaum quería que el “actual” rey ofreciera perdón por la conquista de América antes de asistir al acto. No lo hacía por falta de conocimiento —se trata de una profesora e investigadora—, sino, insistimos, para hurgar en el resentimiento producido por narrativas que ignoran el aporte de la cultura occidental, a través de España, que llegó a estas tierras bajo el mandato de una transculturación y dio a luz el mestizaje, mediante un parto con dolor, del que nacimos las naciones que ahora somos.
Mientras tanto, por otra parte, Sheinbaum edulcora a los también conquistadores aztecas, que lucharon contra los mayas y gobernaron Mesoamérica después, bajo el poder de la llamada Triple Alianza entre Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan. Lo mismo ocurre con todos los marxistas en Hispanoamérica. Se trata de una estrategia; recordemos que Pedro Castillo invitó al actual rey de España a su toma de mando, para lanzarle la misma narrativa.
Los pueblos resentidos no son capaces de asumir su historia tal y como fue, con sus luces y sus sombras —porque así es también el transcurrir de la existencia humana—, y se mantienen en una especie de etapa infantil y adolescente, fáciles de engañar y manipular para mantenerlos en un permanente estado de shock que pretende paralizarlos, rumiando su propia miseria y pobreza, a la espera de un Estado paternalista que les resuelva la vida entera.
Todavía en algunas regiones del sur de nuestro país tiene éxito esta narrativa del “sufre peruano, sufre”, que llegará el día en que, “bajo mi gobierno, a sangre y fuego, te rescate”. Así, el “antaurismo” y el extremismo marxista nadan en las aguas sucias de la ignorancia y el resentimiento, que se engarzan al eslabón de una época histórica en la cual, lo cierto es que adquirimos un nuevo perfil y un nuevo lenguaje que trasciende fronteras geográficas. Pero, al parecer, no aquellas de las ideas, porque fácilmente se convierten en “ideologías” que nos separan.
Hoy, España es nuestro principal inversor y un mercado nada despreciable para nuestros productos y servicios. Superemos los fantasmas de los molinos de viento y aprovechemos nuestra historia compartida para progresar juntos, porque somos, en muchos rubros, culturas y economías complementarias. ¡Feliz Día de la Hispanidad!
(*) Excongresista de la República
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