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Caviares y fachos

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Fecha Publicación: 06/10/2022 - 22:40
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Nuestra era y, consecuentemente, nuestras sociedades, se han vuelto cada vez más estúpidas. Esto se nota en la mínima capacidad de discutir o debatir ideas que son arrinconadas por una polarización creciente. Quien empezó esta vuelta de tuerca fue la izquierda convertida en caviar. Al igual que el marxismo leninismo en su época, los caviares pronto se convirtieron en panfletistas del progreso humano, “encarnándolo”. Y como todo lo que va contra el progreso debe ser eliminado no demoraron en exhibir su vena totalitaria. Es lo que sucede ahora con la cultura Woke. Pero la derecha no se ha quedado atrás. Como toda acción genera una reacción, hoy tenemos a una derecha igual de panfletaria que los caviares. Estos fenómenos se resumen en “si no estás conmigo estás contra mí”. Nadie puede apartarse un milímetro del dogma de izquierda o de derecha que termina siendo un apestado en su propio círculo. La gente se ha vuelto intolerante y reacia a la crítica. Se molestan, se indignan, se escocen. Quienes no les siguen la cuerda son, en suma: traidores. A todo esto, se multiplican las admoniciones de los bien intencionados que advierten el lado práctico del asunto de la “guerra del bien contra el mal”. Si no estás en un lado ni en el otro no estás en ninguno y caerás en el ostracismo económico, académico y social. Un apestado. ¿Dónde vas a conseguir trabajo? ¿Lo que importa es la plata? ¿Cómo vas a pagar las cuentas? Y así por el estilo te tratan de llevar a un redil.

He visto amigos míos de años universitarios y hasta del colegio que se han apartado de mí, es decir, me han cancelado porque “no podían justificar” ante sus amigos de la PUCP o de su círculo su amistad conmigo. Hablo de los caviares. Pero en la derecha la cosa va por el estilo. Cada vez es más sintomático el hecho de que si piensas o, peor aún, los intentas hacer pensar, no eres confiable. También en la derecha necesitan militantes, activistas, cruzados. Siempre me he negado a ser llevado de las narices por dogmas estrafalarios porque los esperpentos pueden ser de izquierda o de derecha. Las teorías conspirativas me parecen para ociosos que no tienen nada mejor que hacer. En cuanto a la “cultura de la cancelación” soy, como decía mi abuelita, de los que piensa al revés de los cristianos. Siento que aplico con cierta gente, como Nietzsche, el “pathos de la distancia” porque me parecen muy vulgares, como muy vulgar es un militante, activista o cruzado venga de donde venga. Pero no se equivoquen. Soy un hombre de fe. Tengo fe en que la inteligencia, la personalidad, el genio y el talento siempre terminan, tarde o temprano por abrirse paso. Es la fuerza de la naturaleza la que busca y encuentra su curso dejando a los fanáticos y pequeños hombrecillos de lado. Así ha sido siempre. Simplemente es cuestión de esperar.

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