Castillo, la desesperación de un culpable
Es verdad que la campaña de victimización emprendida por el aún Presidente puede estar teniendo un efecto positivo para él al haber reducido su desaprobación (de 74% a 69%) y aumentar su popularidad (de 20% a 25%), esto según Ipsos.
Sin embargo vemos claramente que Pedro Castillo está acorralado por las circunstancias en cuanto a sus denuncias y el futuro se le presenta sumamente sombrío desde los vientos judiciales. Con seis investigaciones fiscales en proceso, con Bruno Pacheco, su ex secretario general, acusándolo de diversos delitos en su nuevo rol de colaborador eficaz, con un exministro Silva cuya entrega parece ser inminente, con la familia en ruina, empezando por los sobrinos prófugos hasta la hija y la propia esposa, el cerco claramente se le está cerrando. Su única salida pareciera ser una huida hacia adelante y en un plazo no tan lejano ya que el tiempo parece jugarle en contra.
Y es que la actitud del Ministerio Público ha cambiado sustancialmente desde que asumió funciones la fiscal de la Nación Patricia Benavides.
Por tanto la decisión de ir hasta el final en los casos del chotano no descarta del escenario una acusación constitucional contra Castillo y ministros, maniobra para cuya aprobación sólo se requerirían 66 votos.
Por ello el primer ministro Aníbal Torres ha criticado muy intensamente a Benavides y los rezagos de Perú Libre en el Congreso le han planteado una denuncia constitucional para intentar removerla del cargo en una jugada que transmite bastante nerviosismo. No hay forma orgánica ni constitucional en la que el Presidente la saque del camino. Curiosamente también algunos voceros de la izquierda elitista limeña han alzado su voz y su pluma contra ella, sin generar mayor efecto. La fiscal tiene la opinión pública de su lado.
Pero el nerviosismo de Castillo no se agota enviando a atacar en medios a Benavides. Para seguir obstruyendo la acción de la justicia al menos de manera indirecta jala la alfombra por el único espacio posible: la Policía Nacional y ejecuta cambios claves, como el inspector. Esto me alerta no sólo sobre el asunto de la información y no acción buscando a los prófugos que pueda tener la potencial nueva DIVIAC -de la cual será apartado definitivamente Colchado- sino que además permite sospechar que se podría estar preparando una movida mayúscula por parte del chotano.
Y es que con ese nivel de intervención en la Policía existe la posibilidad de que las cosas se precipiten. En principio la racionalidad le debería indicar esperar a realizar cambios en las FFAA - colocando naturalmente gente obsecuente- antes de dar un zarpazo al Parlamento. Pero estos cambios corresponden a noviembre, aproximadamente. Lo cual en un análisis político-penal podría resultar una eternidad teniendo en cuenta que hasta la esposa podría eventualmente ser detenida preliminarmente.
Y es que hacer el nivel de reacomodo que ha hecho en la Policía huele muy mal. Quizás la tesis de las turbas dirigidas contra el Congreso y una policía digitada para no actuar no sea tan descabellada. Si la maniobra corona con el éxito -algo casi imposible- se arma la Asamblea Constituyente y sino el contexto es el perfecto para un asilo, culpando a “derecha golpista”. Escenarios todos extremos, pero posibles en el marco de un hombre desesperado puesto a la fuerza a escoger entre patear el tablero o ir junto con buena parte de su familia a prisión.
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