Carnavalero de corazón
Los carnavales resplandecen en muchas ciudades: Ayacucho, Cajamarca, Köln, Düsseldorf, Río de Janeiro, etc., pero en Ayacucho, en la bella y señorial morada del alma, los carnavales son especiales; los carnavaleros afloran júbilo para trocarlos colores del día y la noche y para teñir la ciudad de alegría porque cada carnaval no vuelve a repetirse. En la ciudad se hace descansar, momentáneamente, a los problemas que la aquejan y la hacen bailar y cantar con ritmo y gracia contagiosa. Las coplas entonadas, son poemas desplegados en calles y plazas, son poemas que riman con las campanadas de sus iglesias, vestidas con serpentinas, que para la ocasión sahúman desde sus torres inciensos que saben a flores de sus verdes y florecientes prados; sus coplas, son poemas escritos para eternizar la juventud, son mandatos del corazón dirigidas al eterno amor. “Eres por siempre mi inspiración/Por ti yo escribo esta canción/Para cantarte en el carnaval y bailar a tu lado”. En Ayacucho se canta a la vida y al amor con la convicción de quienes aman la paz y con la seguridad de superar los estragos de la violencia. Es tiempo de afinar guitarras, quenas y tinyas, es tiempo de gozar; es tiempo de almidonar el traje de gala y hacer lucir su elegancia. “En Huamanga/Encantadoras mujeres tejen alfombras en sus calles/Con elegantes meneos de sus arreboladas polleras/En Huamanga, se venera a la belleza/Galantes y prendados corazones vibran reluciendo ternura/Posándose en ventanas y balcones para eternizar el regocijo/En Huamanga, se venera al amor”. Las comparsas desfilan por calles y plazas ataviadas de energía; derrochando finura, alegría, ingenio, picardía y fervor; afirmando la identidad del ayacuchano. Es hora de preparar mente y cuerpo para carnavalear en las filas de mi comparsa Cangallo Corazón, máxima expresión del carnaval ayacuchano. En cuenta regresiva.
Escribe: Sixto sarmiento