Carlos Zúñiga Segura y el retorno a la presencialidad
Quién iba a pensar que aquel 8 de marzo de 2020, cuando clausuramos la IV Feria del Libro de San Borja, tendríamos que esperar quince largos meses para volver a la presencialidad de una feria. El destino me puso en la organización de aquella última y, acaso justo él, ahora me entrega la responsabilidad de la dirección cultural de esta primera, en un distrito en cuyas calles se respira la vieja Lima y la Lima cosmopolita y moderna: Magdalena del Mar, la señorial Marbella que habitó Martín Adán, los viejos solares que deslumbraron a Valdelomar y sobre quienes escribieron Julia Ferrer, Julio Ramón Ribeyro, Óscar Malca y Victoria Guerrero; las calles que recorrió Josemári Recalde, el poeta del “Libro del Sol” que tuvo la generosidad de presentarme a José Pancorvo.
La feria empezó el martes 22 y va hasta el 4 de julio. Ha sido emocionante el abrazo de los editores y libreros por el esperado reencuentro, y es emocionante ver en los paneles de las estructuras las imágenes de los escritores invitados, los poemas de Augusto Tamayo Vargas, el más grande historiador de la literatura peruana, y el rostro de los poetas de Magdalena del Mar: Juan Cristóbal, Alessandra Tenorio y Carlos Zúñiga Segura, a quien la noche del viernes 25 la Cámara Peruana del Libro le dedicó un homenaje. En el acto participaron Willy Del Pozo, presidente de la CPL, Sandra Bossa, gerente de Desarrollo de la Municipalidad de Magdalena del Mar, el crítico literario Ricardo González Vigil y Omar Aramayo, uno de los más destacados poetas que nos ha dado el siglos XX. Carlos Zúñiga Segura, director de la legendaria revista “La Manzana Mordida” y ediciones Capulí, sello con el que le publicara a Walter Curonisy, fue amigo de Augusto Tamayo Vargas, Enrique Peña Barrenechea, Estuardo Nuñez y Carlos Thorne, entre otros maestros de la literatura nacional.
En ese sentido es un acierto que el gremio de editores y libreros le hayan realizado tan emotivo y merecido reconocimiento. La feria ha vuelto: “Leer es libertad”, reza su eslogan, se escucha bien, pero se escucha mejor cuando lo pronuncias en la Plaza Túpac Amaru, observando a quien le entregó a occidente el valor de pelear por ella. Visitarla es un deber.