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Carisma político ridiculizado 2026

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Fecha Publicación: 23/10/2024 - 22:00
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Este 5 de noviembre próximo, en los EE. UU., se celebrarán las elecciones presidenciales, siendo Kamala Harris y Donald Trump los protagonistas de una campaña electoral mediatizada a nivel global, sobre todo mediante redes sociales, que pueden hundir a uno o catapultar al otro, que días u horas previas se tenía por ganador o perdedor. Si antes de la era digital esto era posible, ahora sucede con mayor frecuencia y a mayor velocidad, lo que, desde mi perspectiva, evidencia la precariedad de contenido propositivo de los candidatos. ¿Esto solo ocurre en los EE. UU.? Claro que no, esto ocurrió ya en España, Ucrania, Argentina, Ecuador y el Perú.
Quijotes, acabamos de ser testigos de cómo Milei arrasó frente al candidato gubernamental, ganando la elección en base a un discurso disruptivo, un performance fuerte y sostenido que caló en las grandes mayorías gracias a las redes sociales. Por otro lado, recordemos lo ocurrido con PPK, quien, gracias a la señora que le cogió LAS BOLOÑAS, se viralizó en redes, fue increscendo desde el cuatro por ciento de preferencia electoral hasta ganar las elecciones. En ambos casos, los ganadores partieron de abajo y se encumbraron por la mediatización de su imagen, no por sus propuestas. El argentino caló por su pinta desenfadada, verbo duro, claro, radical, antisistema. PPK se ganó al pópulo gracias a su “ARMANI”, que, reforzado luego por su providencial y quizá no premeditado ridículo bailecito, le cortó distancia entre el gringo adinerado y el poblador chicha humilde y bonachón, que es el mayoritario votante rural y periurbano, coronando su campaña con la pegajosa canción del “SUBE SUBE PPK”; algo muy parecido al “CHINO CHINO” trepado en su tractor. Milei ganó con la conocida frase “¡VIVA LA LIBERTAD, CARAJO!” y el profesor Castillo con el “NO MÁS POBRES EN UN PAÍS RICO”.
Entonces, Quijotes, me pregunto, ¿será que en 2026, en la elección presidencial, en la que hasta la fecha tenemos 36 potenciales partidos políticos en carrera, ganará alguien con una buena frase de campaña o en base a un CARISMA POLÍTICO RIDICULIZADO? ¿Ganará la elección un comediante, un bailarín descoordinado, un analfabeto auto-victimizado, o ganará un asesino díscolo soñador tahuantinsuyano? ¿O ganará un experto ladrón regional aplicando el padrinazgo y con harta experiencia en campañas electorales, ofreciendo puestos de trabajo y regalando polos, bailes cumbiamberos y promesas a granel?
Espero que las redes sociales potencien y encumbren a nuevas figuras políticas que, desde mi quijotesca visión, veo que surgieron y vienen creciendo positivamente. Me refiero puntualmente a los congresistas Tudela y Muñante, quienes, desde ya, con mucha anticipación, en redes sociales están lanzando múltiples propuestas de acción y legislativas bien sustentadas y claramente comunicadas. También veo que se están dando a conocer nuevos excelentes jóvenes analistas políticos como Lucas Ghersi, Carlos Meléndez, entre otros. Es decir, el Perú tiene mucho talento político, tiene mucha gente buena que requiere ser potenciada, no solo en redes sociales, sino también en los grandes medios de comunicación.
Tengamos en cuenta lo propuesto por Giovanni Sartori en su obra Homo Videns, en la que sostiene que el carisma político es un constructo necesariamente mediatizado. Hermanos peruanos, si los medios de comunicación finalmente no hacen bien las cosas, los ridículos payasos delincuentes seguirán ganando elecciones.
Entonces, ¿el próximo presidente será un POLÍTICO RIDÍCULO CARISMATIZADO o será un gran político honesto mediatizado por la prensa y potenciado en las redes sociales?

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