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Capacidad de gestión en la Vía Expresa Sur

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Fecha Publicación: 13/09/2025 - 21:20
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No tengo el gusto de conocer personalmente al actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga. Sin embargo, desde una mirada objetiva, es innegable que su gestión ha logrado avanzar en un proyecto largamente postergado por casi 60 años: la Vía Expresa Sur, concebida inicialmente en la recordada gestión de Luis Bedoya Reyes. Su inauguración, el 28 de julio de 1967, marca un hito en la administración municipal de Lima y refleja capacidad gerencial en la conducción de una ciudad que ya era compleja en ese entonces pero no estaba en emergencia como hoy.
Cuando Bedoya Reyes diseñó la primera etapa de la Vía Expresa, dejó al centro un espacio reservado para un transporte masivo, donde el tren era lo más óptimo. Esa visión urbanística, adelantada para su época, buscaba combinar eficiencia vial con transporte público moderno. En los años siguientes, la ruta fue utilizada por los Enatrus, ómnibus de gran capacidad de origen ruso. Sin embargo, estos dejaron de operar entre 1984 y 1985.
Décadas después, durante la gestión de Luis Castañeda, este espacio se reactivó con el Metropolitano, que, tras varias adaptaciones, logró aliviar parte de la demanda de transporte en la capital. Sin embargo, la actual saturación de este sistema demuestra que la idea original de convertir la Vía Expresa en un eje mixto, que combine el tránsito de vehículos particulares con un transporte público masivo, fue acertada aunque quedó inconclusa, pues requiere integrarse con otros corredores para funcionar plenamente.
Hoy, más de medio siglo después, la segunda etapa de la Vía Expresa repite el mismo patrón que la primera: dos pistas de ida y vuelta y un espacio central destinado a un futuro corredor del Metropolitano. Esta continuidad es un reconocimiento implícito a la visión de Bedoya Reyes y, a la vez, un paso firme hacia la modernización de la ciudad.
El tramo inaugurado conecta la Vía Expresa Luis Bedoya Reyes con la Panamericana Sur, es de 5 km y fue realizado en 6 meses utilizando una máquina cimentadora de última generación, con la participación del Comando de Apoyo al Desarrollo del Batallón de Ingeniería del Ejército del Perú. Esta obra busca beneficiar a más de tres millones de limeños que diariamente enfrentan el caos vehicular. Aunque aún faltan obras complementarias (como pasos a desnivel, señalización y cruces auxiliares) la vía ya está operativa y ya está permitiendo reducir tiempos de viaje.
Como ocurre con toda obra pública de gran envergadura, las críticas no se han hecho esperar. Algunos cuestionan que la inauguración se haya realizado cuando aún faltan tramos por asfaltar, semáforos por instalar y detalles por culminar; hay que recordar que Bedoya Reyes también inauguró la Vía Expresa por etapas entre 1967 y 1969.
Sucede que ninguna obra de infraestructura de esta magnitud se concluye en seis meses. La decisión de habilitar parcialmente el tránsito responde a un criterio práctico: empezar a aliviar la congestión mientras continúan los trabajos. La alternativa habría sido mantener cerrado todo el tramo hasta su culminación total, prolongando el caos vehicular y postergando los beneficios inmediatos.
Más allá de simpatías o discrepancias políticas, lo concreto es que Lima necesitaba esta obra y hoy está en funcionamiento. Los conductores que ya utilizan la vía saben que, aunque no esté terminada al 100%, el beneficio es real y tangible: menos horas perdidas en el tráfico y más tiempo disponible para la vida personal y productiva.
El impacto de la Vía Expresa Sur trasciende lo vial. La reducción del tiempo de traslado se traduce en mejoras en la calidad de vida de los limeños: menos estrés, más seguridad vial y mayor productividad. A mediano plazo, la integración con el transporte público, gracias al espacio central reservado para el Metropolitano, reforzará su papel como un eje moderno y funcional.
El desafío pendiente es asegurar que las etapas complementarias se ejecuten con rigurosidad técnica y transparencia. Los pasos a desnivel, la señalización inteligente y la integración con otros corredores de transporte deben materializarse pronto para evitar que la nueva vía sufra los mismos problemas de saturación que su antecesora, donde también debe esperarse la intervención gerencial del burgomaestre.
Los cinco kilómetros inaugurados ya conectan la Vía Expresa Luis Bedoya Reyes con la Panamericana Sur y han comenzado a reducir los tiempos de viaje, y una vez en plena operación, el recorrido se reducirá de hora y media a entre 30 y 40 minutos.
Esto demuestra que cuando la administración pública se basa en planificación con voluntad política y capacidad gerencial, se puede cambiar el rostro de la ciudad.

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