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Cancillería no debe perder las formas en su lenguaje diplomático

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Fecha Publicación: 22/02/2025 - 21:31
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Mirando el pronunciamiento peruano en relación a México, es decepcionante la forma en que ha sido publicado el Comunicado Oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores N° 012-25 del 21 de febrero –no comento el contenido de fondo–, que dice, textualmente, así: “El Perú rechaza y protesta por declaraciones de señora Claudia Sheinbaum” (Puede ser consultado en https://www.gob.pe/institucion/rree/noticias/1114185-el-peru-rechaza-y-protesta-por-declaraciones-de-senora-claudia-sheinbaum), que prescinde deliberadamente de referir el más alto cargo de Estado o mayor membresía jurídico constitucional que ha conferido la nación mexicana a la señora Claudia Sheinbaum, es decir, el de Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos. Quizás para un lector poco o nada familiarizado con el lenguaje diplomático, pueda pasar inadvertida la gravísima redacción de una de las diplomacias más ilustradas y prestigiosas de las Américas, si no del mundo; estoy recordando el techo muy alto que nos dejaron como legado inmanente, sucesivamente, Víctor Andrés Belaúnde, presidente de las Asamblea General de las Naciones Unidas en 1959-1960 (fue ministro de Relaciones Exteriores, 1958), José Luis Bustamante y Rivero, presidente de la Corte Internacional de Justicia en 1967-1969 (fue presidente de la República, 1945-1948), el órgano judicial de la ONU, y Javier Pérez de Cuéllar, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, 1982-1991 (fue ministro de Relaciones Exteriores, 2000-2001). Los roces políticos entre México y el Perú desde los tiempos del ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), debimos atenuarlos o minimizarlos con estrategia diplomática, incluso ante el escenario de que la nueva jefa de Estado azteca continuara en la misma línea de su predecesor, como así ha sido. La diplomacia nunca debe rendirse en sus objetivos y si acaso el actor político pierde los papeles, entonces, el profesional de la diplomacia y, sobre todo, el jefe de la diplomacia, que es el canciller de la República, debe orientar, sugerir, recomendar, aconsejar, siempre pensando en los intereses nacionales. Quisiera aquí traer a esta honrosa columna, a mi maestro, el embajador Gonzalo Fernández Puyó, que dijo: “De allí la mesura en el trato y en el propio lenguaje, que es una característica peculiar del estilo diplomático. La forma de la expresión debe ser siempre correcta y además clara para evitar erróneas interpretaciones o malos entendidos. Es indispensable controlar el estado de ánimo. La claridad en la exposición y la firmeza no está reñida con la cortesía”. (En FERNÁNDEZ PUYÓ, Gonzalo. “Compendio y Práctica de Derecho Diplomático y Consular”. Academia Diplomática del Perú, Ministerio de Relaciones Exteriores, Primera Edición, 2008, p. 65-66). Llamar, entonces, a la presidenta de los mexicanos solamente “señora”, despojándola de su condición de jefa de Estado, lo que se repite en el primer párrafo del texto oficial del referido comunicado, impacta negativamente en el pueblo mexicano que la presidenta Sheinbaum personifica, no siendo admisible desde el rigor del lenguaje diplomático que debe corresponder a la cancillería peruana, y que, como ejecutora de la política exterior del Perú, siempre debe conservar una ventana abierta, pensando en las relaciones entre los Estados y sus gobernantes, lo que puede cambiar en un santiamén.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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