Caminata mañanera
Esparcidos con desgano y otros intereses esos pedazos de olvido asoman quebrados rasgados. No rentan como a uno le gustara. No ven lo que pueden rentar con un muy poco más en unos renglones; otros están en la marca y en otros si hay que ponerles cuerpo. Para la tarea, ver cómo pudiera manejarse el daño hecho para marcarlo como tope. Ya no más. No olvidar. Ahora a crecer con lo que se guarda y lo que hay hecho. Jugar de a dos y tres y equipo, agarrar trocha y dale para ver lo que está más allá de las curvas y el terraplén.
Avanza la mañana. Aquí como en otros lugares ya los tengo vistos y reconocidos; junto a los nuevos los brillantes los recién nacidos otros ya crecidos los ya anunciados están ellos que ya son rincones de olvido. Los descubren cubren. Cada cabra tira pa su monte. El asunto está en ordenarlas y organizar sus nuevos crecimientos.
Volver a ver lo que creía ya podría estar olvidado era un poco o mucho del empalme con la caminata para, con guión a seguir, hacer unas fotos para usar en el próximo libro histórico del Doctor Raúl Morales Soto sobre la medicina peruana. El doctor Morales fue presidente de la Academia Nacional de Medicina. Mientras caminamos comenté a Marisela Minchan y Hernán Chilon, estabamos en la jornada, que cuando estudiaba Periodismo al terminar las clases, 9 de la noche, desde la Plaza Francia, caminando subía a la Buena Muerte, Plaza Italia y enrumbar por Huanta para recalar en Santa Catalina y tomar el último maleño hasta la granja. Llegar con una calma y esos colores y detalles que al paso calculado pude ver recoger y con un gesto que solo yo veo, señalar, la foto está hecha. Y seguir.
Hay un golpe de luz sobre la reja, el perfil y color del muro que tienen que tener tanta historia como el portón del frente, entreabierto deja ver después del zaguán y de todo ese trecho vacío que debió ser patio antes de la gran sala y otra y otro patio, esas finas columnas con zapata de perfecta solución. Son hitos donde se amarran el hoy el resto del pasado y lo no hecho. Dar vuelta en la esquina y qué, la pared del hospital San Bartolomé al que llegaba para mis nebulizaciones en el consultorio del pasadizo cerca del patio. El gran valor del San Bartolomé está en el libro del doctor Morales.
Seguir caminando seguir mirando y que te miran. Crees saber, tal vez no sabes, de cuánta y tanta historia bien y mal contada y cantada, que todavía, se mueve junto a esos viejos y quebradizos colores añados y empolvados llenos de calidez sobre el adobe. Los van olvidando con esos revoques de yeso y cemento y pintura acrílica para ocultar el barro y darle un aire de “se ha mejorado” y “se nota cuánto se ha hecho”. Y laca lacarmela.
Cuántas palabras de paredes y rejas y retazos de residuos despanzurrados y canibalizados y esos nobles fragmentos en los que vive vivo ese pasado mirando sordo el cambio que le habla y grita.
Hasta aquí una mañana en Barrios Altos caminando calles que caminé.
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