Camilita: el caso que conmociona y polariza al país
No hay día que el Perú no se vista de luto por muertes en su mayoría referidas a feminicidios y asesinatos a niños y adolescentes, unos más cruentos que otros; no hay respiro, no hay tiempo para procesar el luto, casi no hay espacio para el análisis y debate del porqué estos altos índices de violencia, sin embargo es necesario hacerlo, porque lo peor que podemos hacer es quedarnos con esta bronca dentro y normalizar estos hechos de sangre como parte de nuestra vida cotidiana, en una palabra “resignarnos”.
El rapto, violación y asesinato de Camilita, de tan solo 4 años, por mano de un despiadado adolescente (15), que sabiéndose inimputable en razón de su edad, habría actuado con conciencia y premeditación de estar cometiendo un crimen, ha desatado un tsunami de indignación que sin quererlo ha polarizado a la opinión pública. Así las cosas, se ha criticado ácidamente el que la madre de Camilita la haya dejado al cuidado de otra niña de 9 años, ambas vulnerables, el alto grado de inseguridad ciudadana donde delincuentes y depravados pululan con total impunidad por las calles al punto que ya no existen espacios seguros para nadie, las sanciones extremadamente benignas que se aplican a los menores de edad cuando infringen la ley, donde su accionar no se les considera como delito, sino infracciones, por las cuales no hay internamiento en centros penitenciarios sino en los llamados centros juveniles de rehabilitación (que en el fondo no lo son) y por corto plazo, llegando inclusive en algunos casos a ni siquiera pisar estos centros, sino que estos permanecen bajo la custodia de sus padres, “en libertad” con el solo compromiso de “portarse bien”.
También están los vacíos legales en el Código de los Niños y Adolescentes y del Código Civil respecto a las causales de la suspensión o pérdida de la patria potestad ante menores de edad en situación de riesgo o abandono, dejando el tema a discrecionalidad de los operadores del derecho o en su caso, el recurrir al Código Penal en forma supletoria; la actuación de los medios de comunicación que en algunos casos tuvieron un tratamiento inadecuado en el análisis y/o crítica del caso, originando inclusive la intervención del Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
¿Qué diremos a todo esto? Que la rabia y la impotencia no nos lleven a los extremos de crucificar en vida a la madre de la niña, o pedir sin miramiento pena de muerte para el asesino sin tomar en cuenta su edad, como tampoco la canonización de la decisión de la madre de dejar a su niña al cuidado de otra menor, obviando que los padres no solamente tienen derechos sobre sus hijos, sino también responsabilidades y esto pasa por no exponerlos en situación de riesgo.
Debate sí, no colisión de ideas.