Cambios y cambios
La denuncia del congresista Fernando Rospigliosi sobre la compra hecha por la DINI de equipos de inteligencia sobrevalorados rindió fruto. Iván Kamisaki, quien estaba a cargo de este espinoso asunto, fue destituido. El cuestionamiento a Kamisaki es antiguo. Tiene un proceso judicial por sobrevalorar la adquisición de equipos de chuponeo en el gobierno de Ollanta Humala, que, encima, desaparecieron. No entendemos cómo regresó a la DINI, protección tuvo. Ninguna empresa privada volvería a contratar a alguien con semejante currículum.
Pero no se piense que, muerto el perro, muerta la rabia. El diario P21 publicó la semana pasada la lista de equipos que la DINI estaba comprando. Se armó un gran revuelo y un gran debate sobre si la información de inteligencia debe ser publicada o no. La verdad es que el informe periodístico no mencionaba aparatos sofisticados. Son para detectar a los ‘trolls’ (reflexión aparte, se han vuelto una pesadilla en las redes por la impunidad con la que se mueven). Incluso hubo amenazas de acusar por traición a la patria a quienes publiquen información de inteligencia. ¡Plof!
Cierto es que quienes trabajan en la DINI no deberían filtrar información secreta, ya suficiente con la democracia boba. Pero, y ahí va la pregunta: ¿qué hacer si hay sobrevaloración en tales adquisiciones? ¿Denunciarlo afecta acaso a la defensa nacional? Para subirle el precio a un producto siempre se cuenta con la anuencia de otros. Por ello insistimos: queremos saber si nos están robando nuestro billete a través de esas acciones de la DINI. Cual Shakira, la comisión de Inteligencia del Congreso es ciega, sorda y muda, aunque puede pedir una auditoría. Y la DINI emula también la letra de la popular cantante.
Entonces, hay cambios y cambios. Se requiere combatir la corrupción frontalmente. La semana pasada se remozó el gabinete, vino acompañado de una nueva actitud de la presidenta, Dina Boluarte. Ha enfrentado a sus detractores recomendándoles el uso de Hepabionta. Denominó —con cierta razón— carpetas de circo a las investigaciones que le ha abierto la Fiscalía, nunca se ha visto tal acoso fiscal con un mandatario. Algunos consideran que es una actitud en extremo confrontacional, pero es su derecho.
Sin embargo, los cambios en el gabinete generan dudas. El realizado en la cartera de Economía no es alentador. El actual titular es una persona de poca experiencia que ocupó el cargo de ministro de la Producción durante el gobierno del Lagarto Vizcarra. Si pesó el ‘bullying’ por más presupuesto de los gobiernos regionales contra Arista, sería preocupante. La mayoría de las regiones no ejecutan su presupuesto y hay una enorme corrupción. El déficit fiscal, 3,7 % del PBI, es abultado y alarmante. ¿El nuevo ministro no gastará ni un centavo más pese a que la presidenta y las regiones se lo exijan? Veremos.
En el MIDIS, el cambio no asegura que se aclarará el entuerto de corrupción que hay en Qali Warma, donde hay un muerto. La ministra entrante no ha pedido una auditoría. La presidenta Boluarte remarca en sus intervenciones que en su gobierno no hay corrupción. Solucionar casos como la sobrevaloración en la DINI y Qali Warma debe ser su prioridad. ‘Cofre’, ‘Rolex’, ‘cirugía’ son minucias y pura política. El dicho es claro: la mujer del César no solo debe serlo (honesta), sino parecerlo.
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