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“Cambiar todo para que nada cambie”

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Fecha Publicación: 10/07/2025 - 21:30
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Célebre frase del personaje Tancredi Falconieri de la novela El Gatopardo, escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa en 1954. Refleja perfectamente la incambiable actitud de la izquierda peruana, que después de lograr el poder y enquistarse en él con Ollanta Humala en el 2011 hasta la fecha, junto con varios gobiernos regionales, y cooptar el Poder Judicial y la Fiscalía, pregonan cambios de toda índole para consolidar ese poder y mantener los privilegios ganados.
El economista Carlos Adrianzén publicó el en “El Montonero” un brillante análisis en dos capítulos, el primero titulado “Los Regímenes Liberales Bamba”, y el segundo “Los Liberales Peruanos:la continuación,” basados en análisis científicos de fuentes irrefutables. En ello demuestra cómo los gobiernos de izquierda son opresores de las libertades, y muchos gobiernos se venden como liberales y ofrecen promesas encantadoras, pero lo que ofrecen en el fondo es opresión: “hambre para los más pobres y destrucción de la clase media”. En ello ha caído el Perú, y por eso hemos retrocedido en todos los índices de libertad económica (respeto a la propiedad privada y libertad de empresa) y/o política (respeto a las libertades civiles y en los derechos políticos, etc.) En todas esas mediciones el Perú ha retrocedido dramáticamente desde el 2011 y en particular en el quinquenio que llamo social-senderismo, desde el 2021. Lo que más salta a la vista es la pobreza que aumentó de 20% en el 2019 a 30% en el 2023, junto con el empobrecimiento de la clase media y el aumento de la inflación. Todo esto se refleja hoy en él estancamiento del PBI per cápita y la burocratización del Estado en contra del ciudadano y sus libertades.
Mantener el statu quo y todos sus privilegios es tan obvio, que se le sale por los poros a la izquierda peruana, con el añadido de una buena dosis de ideología estalinista previa a la caída del muro de Berlín. Se han enquistado en la burocracia del Estado, en la judicatura y la fiscalía, y también en los medios de comunicación y las universidades, hasta en la iglesia católica. Pero se venden como el cambio y son incapaces de verse en el espejo de Bolivia, Venezuela y tantos otros gobiernos de izquierda fracasados en la región. Lo suyo es el poder por el poder y no importa si hay que engañar al pueblo.
“No más pobres en un país rico,” repetía Castillo, cuando era el que quería enriquecerse. Cambio de Constitución berrea Bermejo, como si fuese la pócima para resolver todos los males de los peruanos, cuando lo que está diciendo es cambio para quedarme yo. Estatizamos Telefónica dice “Puka” Bellido en un espasmo de brillantez, cuando lo que realmente piensa es para que la manejen mis amigos, sin importarle los 11 millones de usuarios. Prorroguemos el REINFO hasta diciembre del 2026 dice el sabio ex ministro de turismo Roberto Sánchez sin importarle los daños ambientales de la minería ilegal a su sector. Tampoco deja de llamar la atención la protección del conglomerado de izquierda que no sabe, no ve y no escucha la corrupción de Susana Villarán, ese dechado de virtudes, que se paseaba por Lima lavando banderas y tirando basura a la casa de los Fujimoristas a principios de los años 2000, y terminó de la mano de las empresas brasileras más corruptas.
Frente a las elecciones del 2026 ya se empiezan a acomodar para juntarse, cual aquelarre tenebroso, los partidos de izquierda de todo pelambre: Voces del Pueblo, Juntos por el Perú, Primero la Gente y cuánto otro puedan absorber para lograr llegar al poder y encaramarse sobre el sin importarles la degradación del Perú y la suerte del pueblo. Quienes creemos en las libertades, en la solidez de las instituciones y en realizar verdaderos cambios que necesita el Perú, y tirando al basurero de historia lo construido por la izquierda hasta ahora, tenemos la obligación de buscar plataformas comunes y eventuales alianzas para hacer frente a la opción demagógica y terrorista que se cierne sobre el Perú. No podemos repetir el 2021 y tampoco podemos amilanarnos porque nos tilden de neoliberales o de derecha cuando estamos filosóficamente en lo correcto y también en el lado correcto de la historia.

Por Ismael Benavides

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