Cámara Real: Los puentes eternos
La famosa frase, una imagen vale más que mil palabras, tiene una fresca cita con la más reciente obra del príncipe Michel de Yugoslavia expuesta hasta el jueves 13 en la Galería Euni Ahn de París. Como él dice, “a la sombra de las luchas entre los poderosos, los puentes que alguna vez construyeron los pueblos son eternos”. Y la referencia va en directo a su fotografía del puente Drina, realizada en 2007 durante la visita que realizó por especial invitación de Emir Kusturica, cineasta serbio, doble ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes, en 1985, por Papá está de viaje de negocios, y en 1993 con Underground. Ahora, la fotografía cobra actualidad con la intervención realizada por él y su curador Gilles Bastianelli, que recortan la foto en dos partes que unen con una franja de espejo dorado en la que se refleja la mirada de los espectadores sobre “este eterno puente entre Oriente y Occidente”, que con la amenaza de un conflicto mundial despierta el interés ante la vitrina de la galería en el 89 de la avenida Daumesnil, 75012. París.
Y tienen razón al afirmar el “eterno” vínculo creado por el puente que durante 400 años ha permitido los intercambios culturales entre los Balcanes, el Imperio Otomano y el mundo mediterráneo, entre judíos, musulmanes, ortodoxos y católicos. Construido al este de Bosnia Herzegovina sobre el caudaloso río Drina por encargo del gran visir Sokollu Mehmed Pasha, es obra de Mimar Sinan, uno de los grandes arquitectos e ingenieros del periodo clásico otomano, contemporáneo del renacimiento italiano. El puente es testimonio arquitectónico del apogeo de la época clásica del Imperio Otomano, cuyos valores y logros marcan una etapa en la historia de la humanidad. Por su noble grandeza monumental y la elegancia de sus proporciones el puente es pieza única de este estilo arquitectónico. Construido en el siglo XVI marca una posición geoestratégica con sus 180 metros en piedra por los que como en un fresco humano y profético lo cruzó una población heterogénea que durante 400 años vivió en paz. Alguna vez fue parcialmente destruido y durante las Primera y Segunda Guerras Mundiales, aunque ya no era “estratégico y ecuménico”, también sufrió deterioro. Se volvió famoso con la novela El puente sobre el Drina, del novelista yugoslavo Ivo Andric, Premio Nobel de Literatura 1961. Reconstruido en 1952 en su forma original recibió de la UNESCO reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad en 2007, año en que el príncipe Michel de Yugoslavia toma la foto que se expone hasta el jueves 13 en París, durante las actuales Olimpiadas, porque tiene también esa validez de unión, fraternidad y es muestra de la amplitud ecuménica de su registro que en Crónicas y Retratos desde el lunes 27 de abril 2020 tenemos el privilegio de compartirlo con su Cámara Real que nos ha brindado sus fotografías y comentarios de Dubái, Mónaco, Bostwana, Italia, Arabia Saudita y nos dejó saber de sus exposiciones en Mónaco, Corea, Portugal.
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