Calma y paz
Siendo presidente de la República y aun impoluto de abrumadoras pruebas en actos de corrupción, Alejandro Toledo fijó como terco objetivo dejar listo el TLC con los Estados Unidos antes de culminar su gobierno el año 2006. Lo que a Chile había costado 10 años de negociaciones, Toledo se propuso lograrlo en cuatro.
George W. Bush habitaba entonces la casa blanca y mostraba buena voluntad para que se concrete el acuerdo comercial. Sin embargo, la línea dura del partido republicano en la cámara de Representantes no pensaba lo mismo y ponía vallas proteccionistas que desnaturalizaban lo avanzado.
Al promediar el 2005 y aprovechando una cita de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Toledo decidió abordar a Bush en los pasillos de tal organismo internacional para tocar el tema, pero fue detenido y hasta zarandeado por la guardia del mandatario norteamericano.
Al percatarse del incidente, Bush fue al rescate de Toledo llamándolo en castellano “mi amigo” e invitándolo a conversar en una sala privada. Tal diálogo permitió superar muchos impasses, y a junio de 2006, el TLC estaba listo y aprobado por los parlamentos de ambos países.
La anécdota me fue narrada por Juan de la Puente, quien se desempeñó como asesor de Toledo y formó parte de la comitiva presente en la ONU.
La traigo a colación solo para graficar que no siempre las citas bilaterales pactadas resultan las más trascendentes e importantes en nuestras relaciones con Washington, a propósito del jamás realizado encuentro particular de Dina Boluarte con Joe Biden en la reciente cumbre de líderes de la “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas”.
La objeción sí se justifica por la enorme ineficacia de la Cancillería –y de manera puntual, de nuestra embajada en los EEUU– para honrar el pedido de autorización del viaje de Boluarte donde se confirmó dicho encuentro. Correspondía a los operadores de política exterior materializarlo y eso no ha ocurrido.
Su incompetencia ahonda la debilidad de la administración Boluarte en la arista de los desplazamientos internacionales y ya no habrá forma de siquiera imaginar un quinto periplo presidencial hacia naciones extranjeras. Ninguno de los cuatro viajes anteriores ha dejado percepciones positivas en el ojo ciudadano.
Al contrario, afirmaciones como eso de que el Perú está “en calma y en paz” luego de intento de golpe de estado de Pedro Castillo en diciembre 2022, formulada por Boluarte en Washington, irrita a todo los compatriotas no sólo por ser falsa sino también porque la expresa a miles de kilómetros de su patria, hoy asediada por la multiplicación exponencial de las bandas criminales de origen externo e interno.
Boluarte tiene un déficit grave de manejo político, lectura sensible del humor popular, capacidad comunicativa y estrategia de legitimación. Déficit que se extiende a diversas áreas del Ejecutivo.
Así no es posible sostenerla y el pronóstico reservado en torno a la viabilidad de su gobierno crece día a día. La calma y la paz es un sueño de largo plazo.
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