Cachacocracia
Detrás de la democracia como una fórmula de convivencia que todos queremos se agazapa la cachacocracia. ¿Qué es la cachacocracia? Es el militarismo y no es una palabra arbitraria. Juan Alvares Vita en su Diccionario de Peruanismos define así al Cachaco: 1. Despectivamente policía o militar en general.
2. Cachaco de la esquina. Frase que personifica al quídam. “Iré a la fiesta aunque sea con el cachaco de la esquina.” En el Perú la democracia y el constitucionalismo han tenido como enemigos actuantes o latentes a los cuarteles. El ejemplo más clamoroso lo dieron en el siglo XIX los coroneles Gutiérrez -Tomás, Silvestre, Marcelino y Marceliano-.
Es bien sabido que en 1872 los hermanos de ese apellido se sublevaron para frustrar la elección de Manuel Pardo como Presidente de la República, el primer civil electo. No duró el siniestro episodio sino horas; los sublevados terminaron ejecutados por el pueblo y sus cadáveres colgados en las torres de la Catedral. Sin embargo a lo largo del siglo veinte hemos tenido episodios prusianos. Allí está el caso clamoroso del militarismo sanchezcerrista que en julio de 1932 fusiló en Trujillo a centenas de apristas.
Después de esa fecha se han expresado en el golpe contra la victoria de Víctor Raúl, en los comicios de 1962, en que ‘manu militari’ anularon la elección de Haya de la Torre y coaccionaron en los de 1963 donde Haya obtuvo cien mil votos más que en el año anterior. Pero el caso cuyos efectos padecemos hasta hoy es el de la sublevación del generalote Velasco. Los rebeldes, reaccionarios por naturaleza, presumieron de izquierdistas y revolucionarios y conforme a esa presunción arrasaron la infraestructura agraria socioeconómica. Pasaron de guardianes y celadores del orden constituido, al desorden y al caos.
El Perú no fue mejor después de esa siniestra aventura. Los grandes malestares contemporáneos provienen de allí. Convoquemos a una Asamblea Constituyente, para construir una nueva charta. Vaticino que eso vendrá. Nuestro papel democrático deberá ser ganar esas elecciones y hacer un triunfo de la democracia y del vanguardismo esa Asamblea.
Lo fundamental es que el militarismo, la cachacocracia, no se entrometa. Nuestra consigna debe ser aprovechar los errores de los contrarios, arrinconar al militarismo y arquitecturar un gobierno civil ultrademocrático. Vayamos a una democracia bicameral que restaure principios fundamentales consagrados en la Constitución de 1979, la mejor que ha tenido el Perú. En