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Bolivia, elecciones sin Evo

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Fecha Publicación: 25/07/2025 - 22:29
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Faltan tres semanas para las elecciones en Bolivia, donde 7.9 millones de ciudadanos elegirán presidente, vicepresidente, 130 diputados y 60 senadores.
Sin duda, será un evento de gran importancia para la nación andina y para el Perú porque compartimos una frontera común de 1,044 kilómetros, extensa área con escasa vigilancia y alto porcentaje de contrabando de vehículos, mercaderías, drogas y oro. En ese sentido, un reporte de la Comisión de Lucha Contra el Comercio Ilícito de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) presentó un informe advirtiendo que “el contrabando forma parte de un complejo esquema de actividades ilícitas y fomenta la expansión de las redes criminales en el país”.
Asimismo, Perú y Bolivia, con Colombia y Ecuador, forman parte de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), consideraciones importantes todas ellas para estar alertas del proceso electoral boliviano.
No se vislumbra, empero, un ganador. El empresario Samuel Doria Medina tiene 19.6 % de intención de votos; el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, 16.6 %, y Andrónico Rodríguez, dirigente cocalero y expresidente de la Cámara de Senadores, 13.7 %; los votos en blanco y los indecisos escalan al 25 %.
Evo Morales no pudo participar porque la Constitución prohíbe la reelección y porque está escondido en El Chapare para evitar que la policía cumpla la orden judicial de arrestarlo por haber tenido relaciones sexuales con una menor de edad, con quien tuvo una hija.
Sin embargo, desde la clandestinidad, lanza violentos ataques al presidente Arce, a quien califica de “traidor”, “delincuente” y de “tener las manos manchadas de sangre de indígenas”; y, sin duda, a pesar de los impedimentos legales, pretenderá perturbar o sabotear las elecciones.
Su agrupación, el Movimiento al Socialismo (MAS), prácticamente ha desaparecido después de dejar a Bolivia en la ruina: la última encuesta los ubica en el último lugar con 1.4 %, porcentaje que los llevaría a perder la personería jurídica.
La crisis se ha hecho sentir en las reservas internacionales, que bajaron de 15 mil a 2,800 millones de dólares. El gas, que representaba el 54 % de sus exportaciones, se redujo al 18.9 %; la deuda externa supera el 95 % del PBI y tiene la más alta inflación del hemisferio, con 5.3 % mensual.
Sin embargo, Evo y Arce, responsables de esta catástrofe política, siguen cruzándose insultos, al extremo de acusarse de narcotraficantes, pero se encuentran hermanados o coludidos en la represión. Mantienen encarcelados ilegalmente a la exmandataria Jeanine Áñez y al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, y con ellos, unos 200 opositores están tras las rejas.
Ambos, igualmente, respaldan sin ambages a los regímenes totalitarios de Rusia, Irán, China, Venezuela y Nicaragua.
Pero, tan importante como esos hechos, es la presencia activa y nociva de Evo Morales, agitador cocalero extremista que, durante el gobierno de Pedro Castillo, recorrió el sur del país reclamando la convocatoria a una asamblea constituyente, expulsión de la agencia de drogas norteamericana (DEA) y libre producción de hojas de coca. Morales llegó al extremo de pretender constituir en el Cusco una filial de su partido y pugnó por la creación de Runasur, integrada por los pueblos aymaras de Perú, Chile, Bolivia y Argentina.
Ante ello, hizo bien el Congreso de la República en declararlo persona no grata, y harían bien nuestros servicios de inteligencia en tenerlo monitoreado, porque es un sujeto escurridizo y extremadamente peligroso para la democracia.

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