¡Basta de parásitos en el Estado! Reorganización drástica ya
El Perú necesita una reestructuración radical en su aparato estatal. Durante décadas, la administración pública ha crecido de manera descontrolada, convirtiéndose en un refugio de burócratas ineficientes, plagado de corrupción y empleados improductivos, que solo ocupan una silla y firman papeles sin sentido, pero siguen cobrando mes a mes con dinero de los ciudadanos. Esta sobrepoblación de funcionarios que no contribuyen de manera efectiva al desarrollo del país representa un lastre que impide el progreso y el buen uso de los recursos públicos. ¡Es momento de una reorganización profunda y estructural!
El Estado peruano, que vive del dinero de los contribuyentes, ha sido usado como botín político, obstaculizando el desarrollo del país. ¡Esto tiene que acabar! El aparato estatal ha crecido sin control. ¡Es hora de una limpieza total que elimine a quienes no trabajan y solo consumen recursos sin generar resultados! El pueblo merece un Estado ágil, eficiente y transparente, no un aparato obeso que frena el progreso con trámites innecesarios, corrupción y mediocridad.
Las instituciones del Estado han sido utilizadas como agencias de empleo para amigos, familiares y operadores políticos, sin que existan criterios claros de meritocracia ni eficiencia. Las consecuencias de esta sobrecarga administrativa generan un gasto público insostenible y costoso; los servicios públicos son deficientes, los trámites son lentos, la burocracia es absurda, las respuestas son tardías, proliferan los cargos innecesarios, los procesos administrativos son interminables y falta atención en sectores clave como salud, educación y seguridad.
Mientras tanto, los verdaderos servidores públicos, aquellos que sí aportan al crecimiento del país con vocación y compromiso, ven frustrados sus esfuerzos debido a la mediocridad y el favoritismo en las entidades estatales. No hay de otra: ¡cirugía mayor en la administración pública!
El Perú necesita medidas drásticas para acabar con esta plaga de haraganes. Las acciones deben darse sin temor ni tembladera de manos, como:
Despido masivo de los ineptos: Auditoría y fiscalización inmediata para identificar y remover a los empleados que no cumplen con su trabajo, eliminación de puestos innecesarios y fusión de entidades duplicadas.
Cero nepotismo y clientelismo: Prohibición estricta de contrataciones por favores políticos o familiares, sanciones severas para quienes usen el Estado como agencia de empleos para allegados.
Estado moderno y ágil: Digitalización total de trámites para reducir la carga burocrática e implementación de un sistema de evaluación de desempeño con consecuencias reales.
Meritocracia real: Concursos públicos transparentes para todos los puestos estatales, ascensos basados en logros y eficiencia, no en contactos políticos.
¡UN ESTADO QUE SIRVA AL PUEBLO, NO QUE LO EXPRIMA!
Una administración pública eficiente beneficiaría directamente a todos los peruanos: menos gastos inútiles, más presupuesto para salud, educación y seguridad; atención rápida y eficaz, el fin de los trámites eternos y la burocracia asfixiante; más inversión y empleo; un Estado menos corrupto y más confiable, lo que atraería mayor inversión, devolviendo la confianza ciudadana. La gente volverá a creer en sus instituciones.
¡REVOLUCIONAR YA!
El Perú no puede seguir manteniendo a miles de zánganos mientras el país necesita soluciones reales. ¡BASTA DE PARÁSITOS EN EL ESTADO! Es hora de una reorganización drástica que expulse a los holgazanes y transforme la administración pública en un motor de desarrollo, no en un peso muerto.
¡EL PUEBLO EXIGE RESULTADOS, NO EXCUSAS!
¡He dicho!
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