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Bandoleros en dos palacios

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Fecha Publicación: 27/10/2022 - 22:40
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Según las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, el bandolero León Escobar tomó palacio de gobierno con una gavilla de cimarrones. Esto sucedió mientras el Perú era una república fallida gangrenada por guerras civiles entre caudillos de todo pelaje allá por el siglo XIX. Hoy, ya en el siglo XXI, la tradición de Ricardo Palma que según el historiador Alberto Tauro del Pino no pasó de una leyenda, se ha convertido en una horripilante realidad. Un bandolero llamado Pedro Castillo se ha instalado en palacio de gobierno sin que, a diferencia de la literatura costumbrista, su estadía tenga las horas contadas. Y esto porque en una variante perversa, otros bandoleros han tomado también otro palacio, el legislativo, blindando al que se encuentra instalado en la Plaza de Armas. El panorama histórico es muy similar al del siglo XIX: una república o democracia fallida. Eso es lo que sostiene al menos el periodista Fernando Rospigliosi que afirma que no hay salida institucional posible precisamente por esta razón. Y si se mira el tema sin prejuicio está en lo cierto. Se trata de un nudo gordiano imposible de desatar por medios ortodoxos pues los bandoleros han copado los dos principales centros de poder del Estado y utilizan el sistema democrático, la Constitución y las leyes garantistas para entornillarse en el poder y seguir con sus latrocinios. La república y su orden normativo nunca se puso en la hipótesis de que una banda de delincuentes se hiciera con los poderes públicos. Esta es la principal razón por la cual ninguna salida institucional funciona para desalojarlos del poder y todas quedan entrampadas en un statu quo insoportable. Los leguleyos y constitucionalistas se pasean por todos los medios de comunicación proponiendo salidas inverosímiles para darle solución a una crisis política dentro de la ley a la que tratan de hacer decir lo que no dice apelando a elucubradas interpretaciones convencionales internacionales. Pamplinas. Los nudos gordianos, es decir, aquellos que no se pueden desatar se cortan de un tajo. El Gobierno, es decir, la pandilla de bandoleros y sus secuaces en el Legislativo, hablan constantemente de “golpismo”. Si ello fuese cierto el problema de su inaceptable permanencia en el poder ya se hubiera solucionado hace rato, pues lo que ellos denuncian como “golpismo” los hubiera sacado de ambos palacios a patadas. No sería mala idea de que se les tome la palabra.

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