Autismo y discapacidad: ¡inclusión real!

En el Perú, miles de familias enfrentan cada día un desafío silencioso pero inmenso: criar, acompañar y cuidar a un ser querido con autismo, síndrome de Down u otra condición que requiere atención especializada. Estas familias no piden privilegios, exigen algo elemental: trato digno, acceso a salud, educación, movilidad y respeto. Y eso es precisamente lo que el Estado, hasta ahora, no les ha dado.
Resulta indignante e inhumano que la señora presidenta, la que vive en su país de las maravillas, la Miss Turismo Dina Boluarte, haya ignorado y postergado la promulgación de la Ley 4818, que proponía crear un centro especializado para la atención integral de personas con Trastorno del Espectro Autista. ¿Por qué se desatienden las verdaderas necesidades del pueblo? ¿Por qué tanta indiferencia?
Las familias no necesitan más discursos vacíos. Necesitan respuestas reales, acciones concretas. Por ello, desde nuestra propuesta para un nuevo gobierno del Perú, vamos más allá. No solo respaldamos la creación del Instituto y Observatorio Nacional para las Personas con Autismo, sino que impulsaremos la construcción del primer Hospital Nacional de Investigación y Tratamiento Integral para personas con trastornos neurodegenerativos y neurodiversidad, incluyendo el autismo.
Este hospital no será un edificio frío, sino un espacio de amor, vida, paz y dignidad. Contará con habitaciones individuales, tecnología médica moderna y un diseño humano: colores cálidos, juegos adaptados, espacios que comuniquen a cada paciente y a sus familias que no están solos, que son importantes, que el Perú los abraza.
Tendremos médicos, investigadores, terapeutas, psicólogos, asistentes y cuidadores capacitados y con vocación. Personas con formación especializada y uniformes alegres que transmitan cercanía y compromiso. Porque atender a una persona con autismo o discapacidad no es solo un acto médico, es un acto de amor y justicia social.
Además, se implementará un sistema de transporte especial gratuito para trasladar a las personas con discapacidad desde sus hogares hacia sus citas médicas. No más familias desesperadas pidiendo favores o endeudándose para alquilar movilidad. No más angustia por trasladar una silla de ruedas o enfrentar calles intransitables.
Si el Estado no es capaz de aliviar el sufrimiento cotidiano de su gente, ¿para qué sirve? Pongámonos todos la camiseta por estas familias. Este no es un gesto asistencialista ni un capricho. Es una política de justicia, de humanidad, de verdadera inclusión.
Las personas con autismo, síndrome de Down o discapacidad no son cargas. Son peruanos valiosos, con sueños, con potencial, con derechos. El Perú que viene no será indiferente. Será humano, solidario y valiente. Y con nosotros, estarán en el centro de las prioridades del Estado.
¡NI UN PASO ATRÁS. SIEMPRE FUERTES. SIEMPRE SEGUROS!
He dicho.

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