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Asuntos públicos: reto al 2026

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Fecha Publicación: 05/08/2025 - 21:50
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Uno de los pilares de la gestión estratégica en las sociedades modernas son los Asuntos Públicos, a través de los cuales personajes, empresas, corporaciones, gremios, sociedad civil organizada e instituciones públicas y gubernamentales se identifican respecto a otros actores priorizados, que les permiten sostenibilidad operativa, política, económica, social y ambiental en el tiempo.
Un mapeo de grupos de interés (stakeholders) es el primer paso para identificar fortalezas y debilidades, así como riesgos cuando enfrentan situaciones adversas o soplan vientos a favor.
En esa perspectiva, un obstáculo para quienes diseñamos estrategias de asuntos públicos en el país es la alta rotación de funcionarios en equipos de Alta Dirección gubernamental. El constante cambio de ministros, viceministros, direcciones generales y gerencias retarda las relaciones de cooperación público-privadas que buscamos consolidar quienes pretendemos luchar contra las brechas en nuestra sociedad.
Otro obstáculo es el temor de los funcionarios públicos a reunirse abierta y transparentemente con representantes del sector privado sobre el cual tienen control normativo o de regulación, como si al reunirse con ellos lo estuvieran haciendo con el mismo diablo.
Últimamente, sin embargo, este sentimiento se estaría apoderando también de altos cargos en las corporaciones privadas, como consecuencia del incremento numérico de casos donde los burócratas solicitan apoyo económico a cambio de realizar su trabajo sin dificultad. Situaciones como estas serían el pan de cada día en una gestión pública que, además de ineficiente, termina siendo visiblemente cínica y corrupta. El ADN de una alianza estratégica público-privada, por cierto, es la sostenibilidad por coincidencias en resultados y en beneficios para los ciudadanos. Todo lo contrario a las alianzas electorales cuyo único fin es tomar el poder por asalto.
Un obstáculo final, aunque no el último de una lista interminable, es el colapso del modelo centralista que gobernó este país los últimos 200 años, siendo sobrepasado las últimas dos décadas por un anárquico proceso descentralista que no perdona su exclusión en la toma de decisiones que definieron los destinos del país. Estos liderazgos departamentales saben perfectamente que las nuevas reglas del juego sociológico serán definidas por ellos, y ojalá un día entiendan que organizando macrorregiones serán mucho más fuertes e invencibles de lo que suponen quienes hoy habitan la ciudad capital.
Lo cierto es que recuperar la confianza en las alianzas público-privadas, diseñar una línea de carrera pública en todos los niveles de gobierno y planificar el proceso descentralista en el país son retos inmediatos que todos los candidatos a la presidencia de la República deberían considerar como su inicial agenda país, si es que pretenden dejar un legado con su mandato —de ser electos, claro está.

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