Así no vale, Valentín
Suelo dar batalla por las ideas y los principios, aun cuando todo apunte a que estaré solitaria en ella. No tengo vocación de bonzo ni busco el aplauso, lo hago porque tengo la convicción de que en el momento oportuno habré que dar cuenta de lo que hice y de lo que dejé de hacer; también porque soy consciente de que mayor es mi responsabilidad en tanto mayor es mi libertad al no tener nada que esconder ni que me atemorice que sea revelado.
Desde casi tres décadas de labor pública y así consta en el Diario de Debates del Congreso, en archivos de los medios de prensa, las redes sociales y en esta misma columna, he venido defendiendo la vida desde la concepción, el matrimonio y la familia como instituciones naturales, así como el derecho a la iniciativa y propiedad privadas, que felizmente están recogidos en la Constitución que nos rige. Me refiero a la Constitución que el Fujimorismo y otras fuerzas políticas tuvimos el acierto de elaborar en el Congreso Constituyente Democrático, en 1993, que fue aprobada por referéndum el 31 de octubre de ese mismo año y que no solo es la única Carta Magna refrendada por voluntad popular directa sino que ha acompañado el más grande progreso y estabilidad económica y social del país luego de la también más grande quiebra y destrucción en la que el demencial terrorismo y la ineficiencia y corrupción de diversos gobiernos dejaron sumido al país a julio de 1990 .
También he venido, desde hace años, reclamando la necesidad de que se investigue cómo así durante el toledato (régimen probadamente corrupto desde la cabeza a los pies) los propietarios de un medio de prensa escrita resultaron accionistas de un canal de televisión, sin haber pagado por esa propiedad ni un céntimo de sol.
Igualmente defendí la libertad de conciencia y de culto, cuando el 2011 una congresista humalista fue criticada por hacer profesión de su fe mencionando una frase del Apocalipsis al juramentar como congresista.
A riesgo de las represalias del crimen organizado y sus alfiles en la dizque administración de justicia, he venido advirtiendo también sobre el mal llamado acuerdo de colaboración eficaz con Odebrecht y reclamado se haga público el mismo, y presentado la moción para que el Congreso lo investigue.
Por ello, advierto con pena que en esta campaña electoral hay quien levanta esas banderas presumiendo ser “el único”. Bienvenida la suma, pero no es justo –ni necesario- pretender la novedad ni, menos, la exclusividad.