¿Asesina o víctima?
Tras ser acusada de matar a sus cuatro hijos, Kathleen Folbigg, fue condenada en 2003 a treinta años de prisión y se convirtió en la peor asesina en serie de Australia. La condena se basó en pruebas circunstanciales, como unas anotaciones ambiguas en su diario y en el hecho de que fuera ella quien encontrara los cadáveres. Las muertes sucedieron en un lapso de diez años en que los cuatro bebés fueron muriendo mientras dormían, señalando los jueces que ellas se había debido a la acción directa de la madre.
Ahora, casi veinte años después, una investigación científica liderada por la inmunóloga española Carola García Vinuesa, podría probar que las muertes fueron accidentales y que lo que se cometió fue el mayor error judicial en la historia australiana. El año pasado, un grupo de 90 científicos, incluyendo dos premios Nobel, solicitaron en una carta abierta la liberación de Kathleen, argumentando que no había pruebas médicas de que ella, como afirmó la acusación, asfixiara a los niños y que los fallecimientos se produjeron por causas naturales.
Según la investigación genética liderada por la inmunóloga española, dos de las hijas de Folbigg habían heredado una mutación genética que podría provocar la muerte súbita del lactante. Los otros dos niños también padecían enfermedades que podrían haber provocado que dejaran de respirar mientras dormían.
La investigación ha sido publicada por la Univesidad de Oxford, destacándose que en los dos últimos años los avances han sido tales que la mutación ha pasado de ser considerada probablemente patógena a patógena, elevándose considerablemente las probabilidades de que cause un resultado fatal hasta el 99%.
El descubrimiento del ADN significó para la administración mundial de justicia, un avance radical. La ciencia podía desentrañar los secretos de un crimen a través del análisis de las muestras de sangre, saliva, semen, cabellos dejados por el asesino, de la misma manera que liberar a aquellos que hundidos por el sistema habían sido condenados injustamente sin una clara evidencia e irrefutable evidencia.
En los casos de los niños de Kathleen, la asfixia por mano extraña era casi evidente pues ella los encontró muertos en su casa. Si no era ella, quién…
No todo es lo que parece, es una reflexión consagrada por el largo itinerario del ser humano. En este caso, es probable que a la ciencia le toque enseñarnos a ver de verdad y más allá de lo evidente.
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