Artigas y la independencia de Uruguay
José Gervasio Artigas, “Padre de la Patria” de la hermana República Oriental del Uruguay, junto a San Martín, Bolívar y O“Higgins, es otra de las preclaras figuras icónicas del proceso independentista de América. Nacido en Montevideo, el 19 de junio de 1764 –en ese momento era parte del virreinato del Perú–, este año recordamos 260 años de su venida al mundo. Hallándome en Buenos Aires en marzo del año 2023, decidí con mi esposa cruzar el Río de la Plata y una vez hallados en Colonia del Sacramento, suelo uruguayo, mientras caminaba por sus calles con casas de piedra (sello portugués) –como el arco y parte de la muralla que han quedado como registro urbano histórico de acceso a la ciudad– y otras de madera (típicamente españolas), la mención que más sonaba en mi interacción con los habitantes de esta parte fronteriza de Uruguay mientras tertuliaba con ellos, era la del general José Artigas, llamado el “Padre de los Pobres” por su enorme apego e identificación con los indígenas charrúas –Artigas es el precursor de la defensa de los pueblos originarios de América–, y por cuya obra como militar y estadista victorioso en el marco de la Guerra de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, logró la independencia de su país, cuya declaración en 1825 –hace 199 años–, llevada adelante por el Congreso de la Florida, recordamos el pasado domingo 25 de agosto. Para Artigas, la máxima política para la naciente nación, fue el sistema del federalismo, cuyo impulso devino en el siglo XVIII con la Ilustración, y que ha permitido la unión de Estados bajo la armonía de una Constitución común. Un tipo de gobernanza intraestatal, a mi juicio, efectivo para liquidar los centralismos que tanto daño han hecho a naciones de nuestra región, como es el caso del Perú, que más bien se hizo bajo un régimen político con sistema unitario. Diría, entonces, que Artigas es el personaje más famoso de la margen oriental del Río de la Plata y por su descollante y valiente acción ha sido considerado “Protector de los Pueblos Libres”. La vida política de este valiente general, como la de muchos otros políticos a lo largo de la etapa inicial de las naciones bicentenarias de Sudamérica, no fue fácil y tuvo que exiliarse en Paraguay, cuyo presidente, José Gaspar Rodríguez de Francia, le concedió asilo, una vez derrotadas sus tropas frente a las portuguesas, y donde falleció luego de una larga vida –tenía 86 años– en 1850. Un lustro después sus restos fueron repatriados a Uruguay y reposan en el Mausoleo ubicado exactamente debajo del monumento que en su honor fue levantado en la Plaza de la Independencia de Montevideo, teniendo custodia del histórico “Regimiento de los Blandengues de Artigas Caballería N° 1”. En esta fecha en que seguimos recordando como la Provincia Oriental proclamaba su independencia del Imperio de Brasil, relievemos a este país de 3,42 millones de habitantes –aquí en Lima a la Misión diplomática que encabeza el embajador Luis Hierro López–, que ha sido considerado como el mejor en América Latina al contar con uno de los más elevados estándares de calidad de vida.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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