Argentina en la incertidumbre política
Muchos se preguntan qué pasó con Argentina que a fines del Siglo XIX era el país más rico del mundo, por encima de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, que en 1895 tenía un PIB per cápita de 5.786 dólares, seguido por Estados Unidos y Bélgica, el país con mayores índices de desarrollo humano en toda la región latinoamericana y receptora de grandes masas de migrantes europeos y de nuestro continente, precisamente por el nivel de progreso que ostentaba. Hoy sumida en la miseria con una inflación acumulada por encima del 103.%. Cómo se explica que con esa historia de bonanza económica, hoy Argentina se convierte en la segunda más miserable del mundo, después de la primera más pobre que es Venezuela (según datos de Bloomberg) y una inestabilidad económica que somete al pueblo argentino a una situación desesperante.
Existen muchas causas para esta involución económica (proteccionismo exacerbado, elevación extrema del gasto público, entre otros), lo evidente es que, gran parte de la responsabilidad la tienen los conductores del Estado, especialmente donde la gente está sometida a dictaduras que amalgaman pobreza extrema y miseria con ausencia de libertades democráticas, reservando privilegios exclusivamente para una casta social afín al partido de gobierno.
En medio de ese panorama desolador se suscitaron las elecciones presidenciales del domingo 22 de octubre donde obtuvieron la mayor votación los dos extremos que incrementan la incertidumbre de un pueblo, por un lado el candidato oficialista, Sergio Massa, actual ministro de Finanzas , uno de los principales responsables de la aguda inflación que padece ese país, por el otro el ultraderechista Javier Milei, que apuntala el Liberalismo y la reducción del Estado a su mínima expresión. Ambos candidatos, representantes de dos tendencias extremas reclamarán el voto ciudadano en el próximo balotaje.
Cabe enfatizar que, debido a la crítica situación económica por la que atraviesan las naciones latinoamericanas, hoy ningún país puede darse el lujo de estar gobernados por tendencias radicales, sean de extrema derecha o extrema izquierda, nuestros pueblos no merecen ni deben estar sometidos a regímenes con tendencias que practican la intolerancia. Para ellos, en ambos extremos, el caudillo es más importante que el pueblo y el país, su estadía en el poder es un objetivo priorizado frente al deber que tienen de permitir la alternancia, actuar con transparencia en el manejo de la cosa pública, motivo por el que los índices de corrupción en este tipo de gobiernos son indignantes por las decisiones discrecionales que asumen al margen de la opinión ciudadana.
Ante esta circunstancia subyace la incertidumbre para el ciudadano de no saber a qué tendencia apoyar con su voto en la próxima segunda vuelta. Esta preocupación sale de las fronteras argentinas para inquietar al conjunto de los países que integramos la región latinoamericana y la comunidad internacional en general, sobre todo porque lo que acontece en una determinada nación, repercute política y económicamente en los demás, por tanto, es un tema que nos interesa.
No existiendo otra opción para el pueblo argentino de votar por cualquiera de los dos candidatos, se impone la responsabilidad histórica de exigir la conformación de una alianza democrática que persuada a Javier Milei para que renuncie a sus posiciones radicales y permita la unidad del voto ciudadano en contra de la continuidad en el poder de un régimen que ha generado extrema pobreza.
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