Argentina: Cristina ovacionada
Cristina Fernández de Kirchner gobernó delinquiendo, embaucando y manipulando. Después de que su expediente fuera revisado por 13 jueces y 7 fiscales durante casi 18 años, finalmente tres magistrados supremos la condenaron a seis años de prisión e inhabilitación perpetua por corrupción.
Ahora se victimiza.
“La Cámpora”, brigada de forajidos liderada por Máximo Kirchner, belicoso hijo de la exmandataria, respondió a la decisión judicial con insultos a los jueces, bloqueos de autopistas, amenazas a opositores y destrucción de equipos del canal estatal de televisión.
La lideresa del justicialismo, con detención domiciliaria y grillete electrónico en el tobillo, enfrenta varias causas penales, todas de extrema gravedad. La más significativa fue impulsada por Oscar Centeno, chofer del Ministerio de Planificación, encargado de transportar bolsas con dinero procedente de coimas a empresarios a cambio de contratos de obras públicas.
El meticuloso conductor registraba en una libreta nombres, fechas, montos, aportantes y destinatarios del dinero ilícito, hechos comprobados por fiscales y jueces en una causa con 74 imputados, numerosos detenidos, más de 600 testigos y donde líderes del sector construcción admitieron haber pagado sobornos.
Sorprende, sin embargo, que miles de justicialistas salgan a las calles a insultar a los magistrados y ovacionen a su lideresa, quien saluda exultante desde el balcón de su departamento.
Pero los aplausos por coimear también llegan desde el exterior, desde el bloque extremista del Socialismo del Siglo XXI: los dictadores de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Honduras, y personajes como Evo Morales, hoy escondido en Cochabamba para evitar un proceso por estupro.
Destaca el cinismo del presidente boliviano Luis Arce, quien publicó un tuit expresando “apoyo y solidaridad frente al evidente uso de la justicia como herramienta para socavar a las fuerzas de izquierda”.
Por su parte, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel expresó su “invariable apoyo” a Fernández, a quien calificó como “víctima de una judicialización política”, mientras su canciller, Bruno Rodríguez, calificó la condena como un “acto de venganza” contra los referentes progresistas de la región.
Evo Morales afirmó que se trataba de un “golpe judicial” y sostuvo que “vivimos una reedición del Plan Cóndor, ya no con militares, sino con jueces serviles a las oligarquías”.
Rafael Correa, exmandatario del Ecuador, publicó otro mensaje grandilocuente: “¡Fuerza, Cristina! ¡Fuerza, Argentina! ¡Basta de lawfare! ¡Derrotennos —si pueden— en las urnas!”, sentenció eufórico.
El dictador nicaragüense, Daniel Ortega, no se quedó atrás. Emitió un mensaje huachafo: “Cristina, compañera: a usted, con admiración y respeto, cuando su valentía y la de su pueblo se muestran desafiantes… nuestra solidaridad en todas las luchas y en el siempre Más Allá, indoblegable, lúcido, de profunda espiritualidad”.
Tampoco faltaron los respaldos del expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y la actual mandataria Claudia Sheinbaum, quienes preparan un comunicado conjunto con Colombia, Chile y Brasil, olvidando que no deben intervenir en asuntos internos de otro país, según la Convención de Viena, la Carta de la OEA y la de las Naciones Unidas.
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