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Arde el Perú y no se ve liderazgo…

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Fecha Publicación: 18/09/2024 - 22:50
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En este caso no estamos haciendo referencia a la situación social del país, sino, literalmente, al fuego que viene consumiendo flora y fauna, incluidas vidas humanas, especialmente en la Sierra, Selva Alta y algunas zonas de Selva Baja a lo largo del país.
Hemos observado dantescas imágenes con destrucción de miles de hectáreas por incendios fuera de control y el éxodo de muchas especies de animales que huyen del fuego, ya sin temor del ser humano, atravesando poblados. Pero también en las redes se muestran animales quemados y gravemente heridos, rescatados en dolorosas condiciones a los cuales se les somete a la curación de sus heridas.
Cajamarca y Amazonas han sido, al parecer, las regiones más golpeadas porque los incendios se multiplicaron en diferentes áreas de su geografía. En Áncash el fuego se concentró en zonas adyacentes al Parque Nacional del Huascarán, acercándose peligrosamente a los pueblos aledaños. San Martín, Huánuco, Ucayali, Junín, Madre de Dios, Ayacucho, Cusco y hasta Puno, así como amplios espacios en La Libertad y Pasco, han sido severamente afectados.
El gobierno emitió un primer pronunciamiento indicando con excesivo optimismo que muchos incendios habían sido controlados, cuya información fue desmentida por los continuos reportes poblacionales que saturaban las redes sociales sobre la continuidad de los incendios y la aparición de nuevos focos de fuego arrasador, como ocurrió en Pucallpa.
Posteriormente, desde diferentes localidades afectadas comenzaron a llegar noticias sobre la existencia de precipitaciones pluviales que podían y debían coadyuvar a apagar el fuego, pero no se tienen mayores reportes al respecto.
Pudimos observar el incesante trabajo de los miembros de las Fuerzas Armadas que, con sus equipos, helicópteros y aviones, combatían, junto a bomberos y miembros de Defensa Civil y pobladores, contra lenguas de fuego que, por sus dimensiones, desbordaban toda capacidad de control.
Las ciudades comenzaron a ser cubiertas por enormes masas de humo, como cortinas impenetrables que, en muchos casos, impidieron el aterrizaje de aviones en los aeropuertos de varias de esas localidades.
La situación era y sigue siendo grave, pero, inexplicablemente, el gobierno ha declarado que no estamos ante una situación crítica, negándose a declarar el estado de emergencia, así como a solicitar ayuda internacional, como sí lo hizo Ecuador en su momento, acudiendo nuestra Fuerza Aérea en su auxilio con sus aviones acondicionados como tanques de agua.
La situación se ha vuelto confusa por el contraste entre lo que muestra la realidad de los hechos y el criterio asumido por el gobierno, discrepancias que no pueden ocurrir nunca porque la población necesita un liderazgo que responda con transparencia y coherencia ante un hecho de la naturaleza tan destructivo, para que cada quien sepa qué tiene que aportar y cómo actuar.
Lo que sí es evidente es la necesidad de prohibir la quema de chacras y la no generación de fuego en épocas de sequía o de falta de lluvias, porque, al parecer, por allí se generó toda esta desgracia.

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