APRA: Izquierda democrática y popular
En las actuales circunstancias en las que vemos que el Ejecutivo no tiene una hoja de ruta clara para impulsar temas o reformas de fondo y de carácter social en el Perú, pero que además el Legislativo no produce leyes en favor de las mayorías nacionales. Y, peor aún, que la calle también carece de conductores, ya que un gobierno con 80% o más de desaprobación y un Congreso que no llega a los dos dígitos de aprobación no generan manifestaciones ciudadanas importantes, puesto que los que han tenido la iniciativa hasta ahora piden en su plataforma de lucha la Asamblea Constituyente y la libertad del golpista de Castillo; ambas demandas artificiales y no auténticamente populares, es dónde realmente identificamos un vacío que la reciente vuelta a la legalidad del APRA de Haya de la Torre puede empezar a llenar.
Es decir, hace falta un mensaje democrático-social que empiece a colocar en el debate público la agenda social defraudada u olvidada tanto por Boluarte cómo por los parlamentarios. Las demandas de los sectores socioproductivos y del sur del Perú, por ejemplo. No es un invento de la izquierda marxista que existe un olvido de los hombres del campo por parte de los últimos gobiernos o de los emprendedores o de los pequeños mineros o de los transportistas o de los pescadores artesanales o de las familias sometidas a costos abusivos del crédito financiero y de los medicamentos o de un esquema previsional injusto; sólo para mencionar algunas cuestiones básicas.
El aprismo se diferencia de la derecha en que reconoce que la libertad por sí sola no es suficiente en un país con muchas brechas sociales sino que hace falta impulsar cambios, que es necesaria la construcción de la justicia social, para promover la generación de riqueza para los que no la tienen. El Estado debe, por ejemplo, realmente cumplir su rol regulador para frenar el abuso de posición de dominio de algunos oligopolios y monopsonios.
Y a la vez desde el aprismo nos diferenciamos de la izquierda marxista en que nuestro movimiento es profundamente democrático y que no cree que para construir la justicia social haga falta sacrificar las libertades, al contrario, cree en su profundización y perfeccionamiento. No creemos que sea un invento de la derecha que el plan de las izquierdas marxistas radicales sea antidemocrático, como el golpe de Estado fallido del chotano demostró claramente, o sea, en algún sentido lesivo para la patria, como el absurdo esquema conceptual que defienden de lo “plurinacional”.
Es decir, el APRA es una izquierda moderna, tributaria del cambio social en el marco del respeto a las libertades, una izquierda democrática que cree en un sindicalismo orientado al progreso como puede ser el alemán, por ejemplo. Que cree en la inversión ambientalmente responsable y que cumpla sus obligaciones tributarias y laborales.
Pero a la vez el aprismo no sólo es discurso programático sino que su acción y militantes en todo el territorio nacional alejan de las tentaciones frívolas de la izquierda marxista elitista limeña que se organiza más alrededor de oenegés que de Partidos políticos. Somos por ello populares y no elitistas. Creemos en la participación popular para impulsar la construcción del progreso. Las soluciones nacen de las bases y no de un escritorio al amparo de una consultoría de turno.
Nuestra vuelta representa el impulso de una agenda social y popular que creemos que en estos momentos carece de representación.
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