Apoyo al referéndum contra referéndum

Si estuviésemos bajo el manto sagrado del imperio de la ley, estaría meridianamente claro que toda reforma constitucional -parcial o total- debe pasar indefectiblemente por el Congreso de la República. Pero no es así. Estamos en el Perú, país en el que el golpe de Estado que asestó el lagarto Martín Vizcarra en setiembre de 2019, al clausurar el Parlamento aduciendo que le rechazaron de manera “fáctica” la cuestión de confianza, fue avalado por el Tribunal Constitucional. Este recurso ni siquiera debió haber sido admitido por el Legislativo, puesto que proponía modificar las reglas para elegir a los nuevos miembros del TC, que es una facultad del Parlamento y no del Ejecutivo. Es por ello que la propuesta del abogado Enrique Ghersi merece todo mi apoyo. Se trata de empezar con una recolección de firmas (Lucas Ghersi adquirirá los planillones en los siguientes días) para llamar a un referéndum en el que se certifique la prohibición de modificar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente. Son al menos 2.5 millones de firmas (10% del padrón electoral) las que se requieren para atrasar al congresista electo -y acusado por terrorismo- Guillermo Bermejo, quien ya comenzó con su recojo de rúbricas (¿a cambio de paquetes de fideos?). Advertencia: si los de Perú Libre se adelantan y consiguen instalar una Asamblea Constituyente, redactarán una Carta Magna que les permitirá ejecutar la satrapía comunista con la que tanto sueñan.
Así, es urgente pelear políticamente, pues Pedro Castillo, a pesar de que el economista caviar Pedro Francke ha intentado morigerar el discurso del partido del lápiz para engatusar a los bobos empresarios, ha anunciado que, en su eventual primer mensaje a la Nación del próximo 28 de julio, exigirá al Congreso que agende la puesta en marcha de una Asamblea Constituyente. Ya sabemos, con el precedente que dejó Vizcarra, qué ocurriría si la representación nacional le negase tal pedido: Castillo interpondrá todas las cuestiones de confianza necesarias hasta que se lo aprueben. Y, si dos cuestiones de confianza son negadas, cerrará el Parlamento. Antes, por cierto, el Congreso podría vacar al profesor cajamarquino, pero la crisis seguiría porque sería Dina Boluarte la que asuma el mando. No nos podemos quedar dormidos, ¡pasemos a la acción!
Quiero aprovechar este espacio para destacar el patriótico rol que está jugando el empresario Erasmo Wong (es una rara avis porque la mayoría de los hombres de negocios del país no te sueltan un mango para proyectos para defender el modelo económico). Wong, a quien jamás he visto en mi vida, en vez de disfrutar de sus millones de verdes en cualquier playa del mundo, prefiere pelear desde la calle (y desde su medio de comunicación) por la democracia, reclamando que el próximo presidente no sea ungido cuando hay un evidente “fraude en mesa”.
Es todo lo contrario a lo que ha hecho, por ejemplo, el gobernante morado Francisco Sagasti, que no solo ha rechazado el pedido de Keiko Fujimori para que se realice una auditoría internacional de la segunda vuelta, sino que prácticamente la ha conminado -haciendo un torpe símil con el deporte- a que acepte su “derrota”. Como todo caviar, Sagasti maneja un doble discurso: dice que no puede aceptar la solicitud de Keiko porque se entrometería en el proceso electoral, pero antes llamó a Mario Vargas Llosa para que este sosiegue los ánimos de los fujimoristas. Todo sea, por supuesto, para coronar de una vez por todas al profe, hoy aliado de los zurdos pitucos.

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