Antiimperialismo e interdependencia en un mundo cambiante
En un mundo marcado por la apertura de mercados, organismos como el Movimiento No Alineado, relevante durante la Guerra Fría, han quedado desfasados. Las Naciones Unidas, creadas tras la Segunda Guerra Mundial, buscaron preservar la paz, mientras el Banco Mundial, el FMI y el GATT perseguían otros fines económicos. El fin de la Guerra Fría, la disolución de la URSS y la democratización de Europa del Este evidenciaron una aparente hegemonía occidental. A la vez, la caída del bloque soviético demostró las falencias de las economías centralizadas, mientras partidos comunistas se transformaban en defensores de derechos humanos y ecologismo, surgiendo un neomarxismo con nuevo discurso.
Este neomarxismo caló en universidades de América y Europa, alejándose de las teorías revolucionarias tradicionales. En América Latina, el Foro de Sao Paulo y el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela prometieron cambios, pero sus modelos demostraron ser inviables. Mientras tanto, la República Popular China inició reformas económicas tras la muerte de Mao Tse Tung, consolidándose como una potencia económica global con una política de inversión estratégica en América Latina, África y Europa, aunque sin promover libertades internas ni derechos en Hong Kong o Taiwán.
El Perú ha sido objeto de interés chino, reflejado en la inauguración del Megapuerto de Chancay, resultado de un TLC firmado durante el gobierno de Alan García. Esta obra posiciona al país como un hub logístico clave en el Pacífico Sur. Víctor Raúl Haya de la Torre resaltaba que el antimperialismo debe saber tratar con el capital extranjero, una visión que requiere políticas para multiplicar el impacto de obras estratégicas sin ceder soberanía.
El Perú, con moneda estable, baja inflación y moderado endeudamiento, necesita crecer a tasas superiores al 6% anual, acompañado de partidos políticos sólidos que impulsen la creación de empleo y reducción de la pobreza. Sin embargo, América Latina aún enfrenta desafíos como las dictaduras en Cuba, Nicaragua y Venezuela, que han generado crisis migratorias inéditas.
En el ámbito internacional, Perú ha demostrado ser un actor clave, como anfitrión de la reciente cumbre APEC, fortaleciendo su conexión con Asia Pacífico. La Alianza del Pacífico, integrada por México, Colombia, Perú y Chile, representa una oportunidad para la integración crítica frente a los populismos regionales, aunque enfrentó tensiones políticas con México.
El Perú debe consolidar su mirada global sin ignorar amenazas internas. Siguiendo el legado de Haya de la Torre, es crucial combinar interdependencia y antimperialismo constructivo para afrontar los desafíos del siglo XXI.
Por: José Antonio Torres Iriarte
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