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¿Amnesia selectiva conveniente?

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Fecha Publicación: 24/03/2022 - 22:20
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Cuando un producto sobreabunda en el mercado, la ley de la economía decreta que este se devalúa, es decir, que vale cada vez menos y se paga por este un precio ruin. Esta misma ley de la economía rige para la política. De tanto exponer una situación o una acción, esta se irá gastando y valdrá cada vez menos hasta depreciarse por completo.

Esto es lo que está sucediendo con la figura de la vacancia, las acusaciones constitucionales, las marchas, las interpelaciones y las censuras, así como las denuncias diarias que la prensa opositora saca contra Castillo y su régimen. Sin querer han caído en el juego del “nadie sabe para quien trabaja”, pues la andanada de golpes sin éxito contra Castillo no ha hecho más que crearle un cuero de chancho, además de un hastío en la población que se alza de hombros cada vez que a diario sale algo “nuevo“ contra el gobierno. Por eso estoy convencido de que este 28 de marzo, se presente o no Castillo o sólo su abogado ante el Congreso, no habrá vacancia alguna y esta habrá muerto para la credibilidad de la opinión pública, saliendo Castillo fortalecido con rumbo al 2026. Causa ternura si no fuera porque detrás de mucha gente con principios y buena fe se mueven poderosos intereses crematísticos de otra gente inescrupulosa que ha hecho de toda esta oposición legítima al régimen un pingüe negocio, como lo denunció en su momento Jaime Bayly en una divertida columna, donde el “comunismo” vende y consigue cash para los sabidillos que hacen su agosto con el “ya viene el lobo”.

Bueno pues, de tanto usar el recurso nadie cree mucho en que el lobo vendrá y el propósito de meterle un balazo entre los ojos se diluye con cada marcha, moción de vacancia y demás que no hacen otra cosa que nadie los tome en serio, llegando a los peligros límites del ridículo o del fanatismo, que en los hechos son muy parecidos, aunque con consecuencias diferentes. La única forma de que Castillo caiga será por el hambre y el costo de vida que cada vez está más alto. La carestía será su ruina porque “no god can stop hungry man”. Veremos cómo se desarrolla esa variante de los bolsillos y los estómagos vacíos.

Resulta paradójico que al único ministro de Perú Libre que no tiene ninguna denuncia por corrupción o abuso familiar sea el que tiene la cabeza en el tajo de la censura. Hay, creo yo, un cierto clasismo en la ojeriza contra el ministro de Salud que no es más que un médico rural de provincias. Aunque Cerrón se equivoca cuando dice que el bullying se lo hacen los médicos de la “oligarquía “, sí es cierto que existe un prejuicio contra Condori al que se le atribuye el papel de matasanos. Lo cierto es que el ministro de Salud ni siquiera tendría por qué ser médico. Ni la Constitución ni la ley exigen que la cabeza de una cartera tenga la profesión del despacho ministerial que se le hubiere encargado. Los ministros son políticos y punto. Apenas tiene que tener el tino para asesorarse por buena gente para llevar a cabo su encargatura. ¡Con decir que en plena pandemia la pituquería idolatraba a un veterinario que decía que podía hacer una vacuna peruana contra la covid!

A un mes de la invasión rusa a Ucrania ya se puede afirmar con bastante certeza que Putin metió la pata. Sus ejércitos están atascados y no han podido tomar ni las principales ciudades del país, mientras el jerarca ruso demuestra su debilidad arrasando a la población civil y amenazando a Occidente con una guerra nuclear que nunca se va a producir. Tuvo la oportunidad de salir mejor parado si se limitaba a tomar las dos provincias rebeldes y evitarse el ridículo de quedar empantanado en las llanuras ucranianas, además de convertirse él y su país en parias mundiales. Ni China que lo apoya lo hace explícitamente, además de haber tomado nota de que una semejante intervención armada en Taiwán podría correr la misma suerte que la rusa en Ucrania, con el agravante de que en ese caso Estados Unidos sí intervendría militarmente por los compromisos que tiene con Taiwán, cosa que no tiene con Ucrania. En cuanto a Rusia y Putin están corriendo la misma suerte que Nicolás II cuando se estrelló con Japón en la guerra ruso-japonesa. Nadie daba un mango por Japón y terminó ganando, con las consabidas consecuencias para los Romanov y el imperio ruso.

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