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Amigo trans, nunca serás mujer
Por Ángela Ccanto Buendía
Todo peruano tiene derecho a la vida, a su identidad y a su integridad moral. Son derechos que todo peruano, nacido varón o mujer, goza en la actualidad. En los últimos diez años, a nivel mundial, se ha generado una especie de revolución y reinterpretación de la palabra ‘identidad’.
Un país discriminador y machista como el nuestro no se habría permitido ver a dos hombres abrazados en las calles. Y en la actualidad, el tratar de imponer que un hombre quiera ser mujer y que lo reconozcan como mujer está generando derrotas y rechazo. El alfabeto ha sido secuestrado por la comunidad LGBT, cuyas siglas pertenecen a las palabras lesbiana, gay, bisexual, transgénero. Pero, en los últimos años se han agregado las siglas IQ+ que significan transexual, travesti, intersexual y queer. Están en su derecho de libertad de expresión crear los términos necesarios para sentirse excluidos o incluidos en la sociedad.
Sin embargo, no tienen derecho a obligar a millones de peruanos que aceptemos el hecho de que un determinado grupo minoritario se sienta y quiera ser visto y aceptado como mujer. Siempre he tenido esta duda: si ellos no aceptan haber nacido hombres como sexo, algo evidente; ¿por qué nosotros debemos aceptar que quieran ser mujeres y los identifiquemos como tal? Y no se trata de negar su identidad; no hablamos de esconderse, ni de sentir vergüenza por nuestra autopercepción. Simplemente es entender que los cromosomas XX de su madre y XY de su padre determinaron que el sexo, de los que no se aceptan como tal, sea hombre o mujer. Por lo tanto, queridos amigos transexuales, si desean que los otros los respeten y acepten su identidad, no el sexo que tienen, hablamos de algo más profundo: identidad. Ustedes deberían iniciar aceptando y respetando el sexo que la selección natural les ha otorgado.
Ahora bien, espero que no se malinterpreten estas líneas. La objeción a su pensamiento -desde mi perspectiva- erróneo, no es porque ustedes no tengan el derecho a sentirse mujeres; tienen el derecho a sentirse como quieran. La lógica es simple; desean ser mujeres, pero no nunca lo serán y no pueden pretender ser incluidos en actividades, espacios, círculos o grupos donde interactúan y se desarrollan, ¿adivinen quiénes? Sí, las mujeres. Y viceversa: nosotras nunca podíamos competir en espacios de hombres y realizar actividades para las que sólo los hombres están biológicamente preparados.
Will Thomas, un hombre que jamás ganó un trofeo como nadador, decidió convertirse en mujer e ingresar a los campeonatos de natación femeninos, en los que logró su primer campeonato ganado. Una completa burla para los atletas. La lógica y la razón se impusieron y Thomas ha sido expulsado de las competencias femeninas. No importa la cantidad de letras del alfabeto de las que se apoderen, amigos trans: nunca serán mujeres.